Tiene sentido que se piense que quien vive la castidad es un inexperto en sexualidad. Sobre todo, si asocias erróneamente el ser casto con la abstinencia irracional del sexo. Esto no es así. El practicar la castidad —concepto que explicaré al final— más bien debería hacerte un experto en el tema. Debería moverte a conocer, sin escrúpulos, cómo funciona el cuerpo, y saber cuáles son las claves para que una relación sexual exitosa.
#1 El afecto y la ternura
Todo ser humano necesita afecto y ternura para desarrollarse sanamente. Recibirlo desde pequeños nos hace sentir amados y fortalece nuestra autoestima. Si en nuestra vida cotidiana necesitamos de caricias para crecer, es aún más necesario en nuestra relación de pareja. Un abrazo, un beso, mirarse cara a cara, o sostenerse de la mano son acciones que comunican que estamos acompañados y siendo amados. ¡Y no por cualquier persona! El afecto y la ternura establecen intimidad, y hay que aprender a darlos en niveles distintos de acuerdo con el contexto.
En un lugar público, acariciarse mucho puede ser incómodo para nuestro entorno, por lo que necesitamos moderarnos. Por otro lado, en un contexto privado, las caricias sin filtro son la antesala de una relación sexual exitosa. Indican que está a punto de empezar un acto de amor exclusivo, que gradualmente va subiendo de intensidad.
#2 El clima afectivo
De la mano del afecto y la ternura, el contexto que se respira es importante en la relación sexual. En la medida en que haya más intimidad, más se desatarán los impulsos sexuales de manera libre y natural. No solamente es importante la soledad de la pareja, sino la preparación del espacio y los detalles.
Puede ser una habitación decorada o un viaje planificado; en general, algún lugar lejos de las preocupaciones. Puede ser acompañado de un buen vino o unas cuantas cervezas para relajar las tensiones El contexto romántico es vital para iniciar una relación sexual especial. Se debería construir o buscar el espacio en donde las caricias, de manera natural, subirán el nivel de intimidad.
#3 Las zonas erógenas
Las zonas erógenas son aquellas partes específicas de nuestro cuerpo que, al estimularse a través de caricias, conducen a la excitación sexual y puede llegar a su punto culminante: el orgasmo. Podríamos hablar de partes como la lengua, zonas del cuello y, sobre todo, los genitales. Si bien el hombre tiene una curva de excitación menor a la mujer —es decir, llega con más facilidad al orgasmo—, ella cuenta con muchas más zonas erógenas para estimularse. Por ello, el conocimiento, el esfuerzo y la destreza del hombre deben ser mayores en el acto sexual, si se desea que ambos lleguen a un punto culminante.
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Se cree que aquel que vive castamente es un ignorante del sexo, pero más bien, debería ser un experto en el tema. La castidad se define como la aptitud de dominar los impulsos sexuales para dirigirlos hacia el amor. Toda acción o decisión que ponga los apetitos sexuales en subordinación a la razón y al amor será un acto casto. Es por eso por lo que son castos los esposos que tienen relaciones sexuales y buscan la satisfacción mutua. Por el contrario, tener sexo por mera satisfacción, sin importar lo que sienta el otro, sería un acto egoísta, utilitarista e ignorante de la sexualidad en pareja.
En la soltería y en el noviazgo, una persona casta decide postergar las relaciones sexuales al matrimonio porque busca un entorno donde el amor se entregue total y exclusivamente. Aunque no desempeñe una vida sexual activa, sí deberá conocer sin escrúpulos cómo funciona su cuerpo, y buscar dominarse. Deberá saber que el afecto y la ternura son vitales en su relación, pero que deberá moderarlo para que no pase a un nivel sexual. Deberá entender sobre climas afectivos para no dejarse llevar por el contexto; evitará momentos a solas, espacios o viajes donde el cuerpo comenzará a reaccionar sexualmente. Evitará también la estimulación de las zonas erógenas porque sabe lo que fisiológicamente ocurrirá su cuerpo. Evaluará, entonces, la intensidad y las zonas de sus besos. También cuidará de los abrazos o bailes con roces genitales, que disimuladamente buscan excitación sexual.
El objetivo del dominio de los impulsos sexuales siempre será el amor. La práctica de la castidad logrará enfocar la relación en otros ámbitos, para que esta madure y se prepare para el matrimonio.
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