Es importante que el hombre —es decir, el varón y la mujer— se conozca, para que sepa cómo debe actuar. Si no conociera de dónde viene (quien lo creó), quién es (en el hoy) y hacia dónde va (después de la muerte), estaría viviendo en la mediocridad y el conformismo, En vez vivir con el propósito que lo impulse hacia lo grande. Porque solo entendiendo quién es entenderá cómo está llamado a obrar.
En la vida no se puede ir improvisando, dejándose llevar por lo que se siente. Porque un corazón que improvisa tiende a elegir el desorden. Y, aunque no se tenga conocimiento de esto, todo ser humano en el fondo posee el anhelo de amar y ser amado. Esta realidad suscita en el corazón la búsqueda de ese amor; no un “amor” cualquiera, sino un amor verdadero.
En esta búsqueda es posible que por una u otra razón se tergiversen algunos conceptos, lo cual conlleva como consecuencia que nos desviemos el camino. La libertad, la verdad sobre la sexualidad humana, el verdadero significado del amor y la castidad son algunas de las ideas que hemos notado que son propensas de entenderse a medias, o de una forma equivocada.
#1 “La libertad es hacer lo que yo quiera”
Seguramente has escuchado que la libertad es esencial para que pueda existir el amor verdadero. Esta afirmación, aunque es cierta, puede llegar a generar ideas erróneas, sobre todo por parte de quienes confunden “libertad” con “libertinaje”.
Se llega a pensar que la libertad consiste en elegir todo aquello que yo quiera, sólo porque me gusta. Esto no es precisamente una actitud de amor verdadero. Más bien resulta una actitud de libertinaje, por la cual hago todo aquello que quiero y siento, sin que me importen las consecuencias, o el bienestar de los demás, con tal de satisfacer mis pasiones.
El libre arbitrio juega un papel importante en este punto. El ser humano es el único ser vivo que posee la capacidad de tomar decisiones: elegir la libertad, o la esclavitud. Somos libres cuando elegimos hacer un acto bueno, que afirme el valor de la persona. En cambio, somos esclavos cuando optamos por actos malos y egoístas, que dejen de lado el valor de la persona.
En esto radica el amor verdadero: en elegir siempre el mayor bien. Pero, ¿cómo se está definiendo el amor hoy en día?
#2 “El amor se basa en cómo me siento”
Es común tener el concepto del amor como un mero sentimiento; entonces, cuando este se apaga, es momento de dejar todo atrás, y buscar algo o alguien que pueda “encender” de nuevo ese sentimiento. Aunque en la dinámica del amor los sentimientos estén implicados en gran medida, eso no significa que el amor sea solo un sentimiento.
Estábamos acostumbrados a llamar “amor” a todo aquello que nos hace sentir enamorados o en las nubes. Pero ahí radica la diferencia: amor y enamoramiento no son lo mismo.
Mientras el enamoramiento se basa en los sentimientos, en lo que esa persona me hace sentir —me encierra en un “yo”—, el amor me hace salir de ese “yo” para pensar ahora en el “tú”. Ya no busco sólo mi bien, sino que anhelo y velo por el tuyo también. En pocas palabras, el amor exige su integración y afirmación en el valor de la persona.
Amar es una decisión libre y voluntaria. Además, el amor es una virtud, y por tanto, necesita ser “ejercitado” todos los días.
#3 Visión de la sexualidad desde la genitalidad
Es muy común pensar que cuando se habla de sexualidad se está hablando directamente de la genitalidad, las relaciones sexuales y reproducción. Esto es una verdad a medias. La verdad completa es que la sexualidad humana es una forma de expresión de nuestros sentimientos y una forma de comunicación. Posee 4 dimensiones (profundizar en el artículo “4 dimensiones de la sexualidad”).
El ser humano es el único ser vivo capaz de tener voluntad, inteligencia y libertad. Esto es debido a que solo él posee un alma espiritual. Por el contrario, el animal actúa sólo por instinto, no por amor. No conoce la razón de sus actos, ni tiene voluntad sobre ellos.
Esta corriente de pensamiento actual, que tiene sus orígenes fuertes en el siglo XX con la revolución sexual, le ha hecho creer a la persona que su sexualidad se puede vivir como la de un animal y esto no es así. Allí no se encuentra la auténtica libertad y el amor verdadero.
Hacer lo que queramos con nuestro cuerpo, normalizar la masturbación y promover el “sexo seguro” no es precisamente vivir a plenitud la sexualidad. La entrega total de la sexualidad implica una entrega total de la persona. No se puede fragmentar el cuerpo por un lado, y las emociones por el otro lado. La persona humana es una: cuerpo y alma.
Una verdadera enseñanza de la sexualidad te muestra cómo amar desde la invitación: cómo hacerlo bien, según su fin original, y no desde el “no hagas esto”. Ese fin de la sexualidad es el amor, y es posible vivirla en su plenitud a través de la castidad, la virtud que ordena todas esas fuerzas de la sexualidad hacia el amor verdadero.
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Esto realmente es una buena noticia, que nos cambia la mirada acerca de cómo nos vemos a nosotros mismos y a los demás. Crecimos con ideas erróneas sobre lo que es ser persona, pero siempre se está a tiempo de ir por el verdadero camino que lleva a la felicidad. No siempre será un camino fácil, pero vale totalmente la pena.
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