¿Cuáles son las mejores palabras para hablarle a quien amas sobre la castidad? Miguel le daba vueltas a esta pregunta. En una charla del colegio, descubrió que era posible guardar la intimidad sexual para el matrimonio y le pareció un reto grande y noble. Tiempo después, con veinte años, llegó el turno de proponérselo a su reciente pareja; era “La Pedida de la Castidad”. Pero, para su mala suerte, lo hizo de la peor manera. A pesar de haber preparado muchos argumentos, lo que comenzó en diálogo terminó en debate y la relación terminó algunos meses después por las diferentes formas de pensar.
Para que situaciones similares no sucedan, ¿cómo podemos hablar de castidad sin morir en el intento?
#1 Comparte un propósito
Cuando contamos sueños o propósitos somos capaces de contagiarlos, a diferencia de cuando imponemos pensamientos; como Martin Luther King, cuando dio su discurso “I have a dream” (Yo tengo un sueño) para combatir el racismo en los sesenta. La forma de decirlo fue la que movió a miles de espectadores a luchar por un ideal.
Proponer la castidad es muy similar: no necesitas tener todos los argumentos a la mano, ni hace falta defender una postura. Lo que haces es compartir una visión, es decir la de llegar al matrimonio y trabajar por el proyecto con alguien más. Suena a una invitación inspiradora, aunque para algunas personas sea más bien un duelo. Por eso no nos desanimemos por la primera reacción de nuestra pareja, a quien quizás nadie le haya hablado del tema hasta ese momento. Esta podría ser una oportunidad de abrir un nuevo camino.
#2 Dilo sin palabras
Expresar una decisión es solo el primer paso porque, por más inspirador o torpe que puedas sonar, las palabras se las lleva el viento y las acciones determinarán tus decisiones. A nadie le gusta escuchar una enciclopedia que habla de los beneficios de la castidad, como “Siri” te las diría desde un Iphone. Tu postura se expuso y es momento de ponerla a prueba. Siendo seres sexuados por naturaleza, contamos con zonas erógenas diseñadas para producir una excitación sexual. Por ejemplo, los genitales diferentes en el hombre y la mujer, la lengua o algunas partes del cuello. El contacto directo o prolongado entre ellas permiten que nos activen poco a poco para tener relaciones sexuales. Si nos trazamos el objetivo de postergarlas, cuidemos los besos apasionados y largos, también las caricias cerca o directas a las zonas genitales.
Por otro lado, evitemos los espacios que no nos ayudan y busquemos lugares donde estemos acompañados de más personas para no estar a solos en casa. Todas estas acciones hablarán sobre nuestro propósito, aún más que las palabras que podamos pronunciar. Además, nos llenarán de creatividad para salir de la rutina.
#3 Aprende en el camino
Cuando decidimos estudiar alguna carrera universitaria, nuestro objetivo de vida suele ser general; “voy a ser médico, arquitecto, comunicador, etc.” Es en el camino donde, conforme vamos aprendiendo, entendemos las ramas de la profesión y construimos una mejor visión de que queremos hacer. No lo tenemos claro desde el principio.
Lo mismo sucede con la castidad. Puede que nuestra primera motivación haya sido muy idealista o quizás meramente religiosa. Sin embargo, si comenzamos a investigar más acerca de esta virtud, nos daremos cuenta de todos sus beneficios y de lo que es capaz de hacer en nosotros y en nuestra relación. Que nuestra pareja no sea solamente la que entienda de la castidad. Seamos nosotros los primeros en aprender cada día más de ella y forjemos mejor nuestra visión.
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Miguel falló en el intento al hablar de la castidad, pero, a cambio, aprendió lo que nadie le hubiera podido enseñar. Fortaleció la convicción de vivir una virtud y entendió sobre la empatía que se necesita para compartirla. No siempre habrá un final feliz en el altar, pero siempre habrá grandes aprendizajes que nos harán más humanos y asertivos, lo que ayudó a Miguel en su siguiente relación.
¿Cómo lograr que, luego de la pedida, la pareja entre en una etapa de consideración de una vida casta? De ello hablaré en el siguiente artículo.
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