Algunas historias de “amor” se convierten en una pesadilla. Estas relaciones son más frecuentes de lo que se cree, y van ganado terreno entre adolescentes y jóvenes. Si en tu relación de pareja sufres constantemente desprecio, humillación, estrés o incluso miedo, es muy probable que estés sumergido en una relación dependiente.
Qué es una relación tóxica
Una relación tóxica o dependiente es una relación destructiva desde el punto de vista emocional. Quien dice amarte va destruyendo tu autoestima, y acabas renunciando a ti mismo, anulándote y sometiéndote a la otra persona, a cambio de un poco de afecto. La dependencia emocional es un patrón de relación que hace sufrir.
La persona dependiente genera una adicción obsesiva por la otra persona, que controla sus emociones y conducta, limitando de este modo la libertad. Se trata de una relación tóxica, dañina para la salud —ya que se somatiza el sufrimiento— y el bienestar emocional —anula la personalidad, pues renuncias a ser tú mismo, para estar bien con la otra persona, no miras por ti, no eres feliz—. Muchas de las víctimas no son conscientes de esta situación: consideran que la agresión física o verbal —el que se les insulte, se les empuje o se les controle— entra dentro de la normalidad; se han acostumbrado a ella.
Baja autoestima
La baja autoestima favorece la generación de una relación dependiente. Una persona con baja autoestima se quiere poco a sí misma y hace depender su valor de la opinión y aprobación de los demás. Para lograrlo se entrega a los demás renunciando incluso a su propio bienestar.
A pesar del sufrimiento que le genera, el dependiente emocional no es capaz de dejar la relación. Las víctimas se vuelven cada vez más dependientes y sumisas, entregan lo que sea con tal de recibir a cambio una muestra de afecto. Se mezclan sentimientos, y el enamoramiento convive con el temor, la decepción y la frustración.
Estas relaciones se basan en patrones de relación de pareja que sus integrantes traen aprendidos desde la infancia, por el entorno que les rodea y la manera de relacionarse de las personas que tienen más cercanas. Como consecuencia de dichos elementos, se establecen unos baremos, ciertos parámetros, sobre lo que es normal o no en una relación, y se continúan utilizando estos patrones en nuestra vida adulta. Así, las personas con carencias afectivas y heridas personales —falta de amistades fuertes, falta de cariño, malos recuerdos de la infancia— tienden a precipitarse en la elección de pareja sentimental, para cubrir ese vacío. Eligen a la otra persona por necesidad —porque no se sienten capaces de estar solos—. Ellos piensan que es por amor que toleran ciertas conductas, pero es por necesidad. El amor se ha convertido en esclavitud. En esas condiciones, es fácil caer en la manipulación, el abuso y el chantaje emocional, propios de la relación dependiente.
Cómo superar la dependencia emocional
Para superar la dependencia es necesario tomar conciencia de que la relación te está destruyendo, tener la voluntad necesaria y poner los medios para tomar la decisión de dejarla. La dependencia emocional no se supera permaneciendo en la misma relación.
Es importante que la persona con baja autoestima haga un trabajo de recuperación para elevarla. Para estar bien junto a otra persona, es indispensable estar bien con uno mismo. Si considera que no es capaz de afrontar ciertas situaciones solo, sentirá la necesidad de tener otra persona al lado. Por eso, el miedo y la obsesión por no perder al otro son demasiado fuertes.
El dependiente no es consciente de que es peor lo que está viviendo que el sufrimiento que supondría la ruptura. Necesita ayuda,que puede venir de un amigo o un libro, pero cuando la dependencia es fuerte puede necesitar apoyo externo. En cualquier caso, es necesario curarse para no repetir los mismos patrones en relaciones posteriores, y ser capaces así de generar vínculos sanos. Antes de empezar una nueva relación, hay que desengancharse.
Importancia del contacto cero
Al dejar una relación hay que vivir un periodo de duelo. El sufrimiento se vive tan intensamente que da la sensación de no poder superarse tanto dolor emocional. Durante el proceso de ruptura, aparecerá en numerosas ocasiones el síndrome de abstinencia —que hace que el mayor deseo sea contactar con la expareja—, y se debe tomar conciencia de que hay que pasarlo.
Si se actúa correctamente, sin contactar con la otra persona para nada, este síndrome se irá debilitando con el tiempo. Si se cede y se contacta con la otra persona, el problema no acaba: se vuelven a activar todos los síntomas de malestar, y hay que empezar de nuevo. Por eso, el contacto cero es la principal de las herramientas. Para conseguirlo, es necesario eliminar al otro de las redes sociales y del móvil, no tener contacto físico ni comunicación con esa persona, ni preguntar a sus amigos para obtener información. Otra herramienta importante reside revisar tus valores, aquellos principios básicos con los que te identificas y sin los que no es posible que la relación sea viable.
Si bien, tras la separación, en una primera etapa hay que repasar todo lo vivido, llega un punto en el que hay que dejar de pensarlo. Es necesario aprender a controlar la mente, para cambiar los mensajes que te mandas y te hacen sufrir. Es necesario generar nuevos hábitos de vida. Centra tu atención en otra cosa, que distraiga tu cerebro: ponte mensajes que te recuerden cuidar tu bienestar, realiza actividades que te entretengan, recupera la relación con tus amigos y tu familia, haz deporte, cuida tu alimentación y descansa.
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