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Foto del escritorMarco & Marian

Amar no te hace débil



Es curioso cuánta gente nos hace creer hoy en día que desear el amor, amar o sentirte amado son sinónimos de debilidad. Es curioso que nos tilden de tontos o anticuados por creer en el amor en todas sus formas, por querer vivir en castidad, amar a Cristo, serle fiel no solo a Él, sino también a nuestros enemigos…


Es que cualquier tipo de lenguaje de amor pareciera dar arcadas a mucha gente. Antes era normal hablar de matrimonio, de cuántos hijos quisiéramos tener, o de cuánto hemos servido a nuestros amigos o pareja; pero hoy solo pareciera que nos condenamos. De hecho, la mayoría de personas ha empezado a tener —por distintas experiencias— un concepto tan equivocado del amor que se han creído con el derecho de desprestigiarlo ante los demás.


Y no los culpamos, solo que, en su tristeza y necedad, han sido capaces de convencer a las personas de que están equivocadas por creer en lo que los hace felices, o les han contagiado ese deseo de “mejor estar solos que mal acompañados” o de “pagar con la misma moneda”. Y, ¡qué pena! Así como ellos, hay muchas más personas que se siguen perdiendo de lo más bello del mundo: el amor, en todas sus bellas facetas.


No podemos ser ajenos a esta realidad tan concurrida. A la gente le ha empezado a “apestar” el amor, pero creo que aún no han caído en cuenta de que es lo que más necesitan para vivir.


Amar no te hace débil


“Desear el amor no te hace débil”. Por el contrario, creemos que lo que nos hace débiles es conformarnos con cualquier cosa que no sea amor. Sinceramente, resulta cansador vivir en mentiras, y escuchar a menudo la frase tan común del “¿Aún crees en el amor?”.


Es que obviamente aún necesitamos creer en él. Si se nos ha revelado en la sonrisa de nuestra familia al despertar, en el gesto amable de alguien al caminar, o en tus momentos en donde solo quieres estar en paz. El amor se nos ha ido revelando en pequeñas formas, y seríamos ciegos si no nos diéramos cuenta de que está ahí y siempre lo ha estado.


Creer en el amor no nos hace débiles ni más tontos. En verdad, la debilidad es sinónimo de conformismo, de conformarnos con algo menos que el amor: eso sí que nos hace débiles y dependientes. No estamos para esperar menos de nadie, y menos aún si ya hemos sido capaces de conocer al amor más pleno de este mundo: Dios. Y nadie te puede robar lo vivido con Él.


El amor es concreto


Así es: el amor es concreto, y está más en las obras que en las palabras. Porque, como se dice, a las palabras se las lleva el viento… Pues sí, entonces, el amor solo se queda en palabras cortas de consuelo, se quedarán en cualquier lamento.


El amor necesita ser concreto, necesita verse; y no solo en actos que lleven mucho desempeño, si no en cuestiones pequeñas, como un saludo caluroso, un abrazo, un beso, una bendición. Porque si realmente aprendiésemos a ir por la vida haciendo “concreto” el amor, no cabría la menor duda de que jamás se ha ido o extinguido.


Necesitamos ser aquellos hombres que, habiendo vivido y aprendido lo que es el amor, logremos contagiarlo a otros. Y así lo entendimos: por ello es que comenzamos con nuestro blog, para permitirles a los demás ver que el amor ahí está, solo tienes que buscarlo en los lugares correctos. Y para ello es necesario una gran apertura del corazón, y sobre todo, una verdadera disposición a abrirnos al verdadero amor.


3 El amor no se cansa


“El alma que anda en amor no cansa ni se cansa” (San Juan de la Cruz). Esta frase fue el cambio de nuestras vidas, pues a través de este escrito entendimos que el amor es la misma caridad, es ese “donarse” y “sacrificio” que muchos de nosotros hemos percibido, pero que muy poco hemos puesto en práctica.


Porque, si el amor no se cansa, Dios —que es Él mismo amor— tampoco. Y a veces cuesta creerle a Dios, y cuesta creer que aún, a pesar de nuestros errores, nos sigue amando. Y por ello hemos caído tanto en el error de pensar que este se había extinguido.


Pero no: el amor no se cansa. Somos nosotros quienes nos cansamos de amar y de buscarlo. A nosotros nos ha servido buscarlo en su verdadera fuente, de la mano de Jesús y de María, que han sido nuestras armas secretas cuando también dudamos que el amor estaba ahí.


* * *


Y así es: el amor está ahí. Sólo es cuestión de no permitir que las malas experiencias —nuestras o ajenas, apaguen— esa llama que mantiene vivo nuestro corazón, esa llama de amor que nos hace felices, que nos deja amar incluso al que no es digno de nuestro amor, a nuestro enemigo, al que nos hizo daño.


¡Qué bonito cuando empezamos a creerle más a Dios, y menos al mundo! ¡Qué bello es creer aún en ese amor vivo que se ha quedado para siempre con nosotros! En ese que está aquí. junto a ti.


Y, si aún pareciera que somos débiles por creer en el amor, pues sí, somos débiles. Porque nos hemos rendido al verdadero amor. Seremos débiles, pero amados. Que es lo que ahora más importa, porque nos hace plenos. Por tanto, sigamos abriendo el corazón a la escucha y al amor de verdad.


Atentamente,



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