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Foto del escritorLos de María

El amor en piloto automático



—¿Cómo estuvo tu día? —Bien, ¿y el tuyo? —Bien.

Es muy, muy fácil entrar en modo “piloto automático”, en el cual sólo nos hacemos preguntas cerradas de "sí" y "no", y respondemos sin siquiera pensar. Obviamente, estas preguntas no tienen nada de malo. Simplemente se trata de despertar la consciencia para estar totalmente presentes, y crear esos momentos de conexión más significativos.

¿Por qué caemos en el “piloto automático”?

Sin duda hacemos las preguntas y respondemos brevemente con buena intención, queriendo mantener una convivencia y tratando de crear una conexión. Pero caemos en ello porque seguido dejamos que nos consuman cosas externas, como la rutina, las prisas, el cansancio, nuestras múltiples ocupaciones hacen fácilmente que nos “desconectemos” del otro y un día cuando menos lo pensamos: la persona que está al lado mío me parece irreconocible.

Y no es para menos, todos los días cambiamos un poco, si dejamos que ese poco se acumule, el resultado “diario e inofensivo” del piloto automático puede hacer estragos en una relación.

Un ejercicio

Uno de los ejercicios que recomendamos es el de tratar de cambiar nuestras conversaciones usando preguntas abiertas. Es decir, preguntas más específicas que “pidan” más información, y al mismo tiempo muestren un interés más profundo hacia el otro.

“¿Cómo va el proyecto del trabajo del que me contaste la vez pasada?”

Este tipo de preguntas funciona muy bien para facilitar y fortalecer la comunicación.

Honestamente, al principio puede ser un poco difícil, sobre todo si ya están muy acostumbrados al “piloto automático”. Y, si este es su caso, podrían empezar enfocándose a pensar en una sola pregunta así en el día. Conforme más lo vayan practicando, más fácil y fluido saldrá todo.

* * *

Recuerda que la felicidad en su relación es proporcional al trabajo en ella, así que nunca permitas que el “piloto automático” se apodere de ustedes. Aprendan a estar presentes, aun en los días cansados. Les mandamos un abrazo, Nando y Elena.



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