En el ámbito de las relaciones amorosas, se tiende a ver a las mujeres como las protagonistas de sus historias. Por ejemplo, cuando se comprometen para el matrimonio, cuando se embarazan, cuando dan a luz, no es difícil que todos salten de alegría primero hacia ella, antes que hacia él. Los hombres son como personajes secundarios en una aparente película femenina. Lo curioso es que, a pesar de que hay una “mayor” consideración hacia la mujer, esto esconde un peligroso machismo, que refuerza estereotipos de que el hombre no se emociona, no siente, no disfruta el amor. Y, lejos de ensalzarlo o hacerlo “más fuerte”, sucede todo lo contrario: el hombre queda invisibilizado.
Necesidad de ser reconocido
Se entiende el protagonismo de la mujer, porque tienden a ser más empáticas con las emociones, y no temen exteriorizarlas. Por el contrario, el hombre tiene un paradigma según el cual se muestra estable emocionalmente, ante las buenas noticias y las malas. Por ejemplo, ante la pérdida de un hijo, es más probable que se muestre introvertido o no exprese lo que siente, a pesar de que interiormente esté destrozado. Es probable que pase más desapercibido que su esposa, y que a lo largo del tiempo las personas recuerden más lo que le pasó a ella, y olviden que también lo pasó él. El problema es que ese sentimiento nunca mostrado se acumulará en el tiempo, e influirá en la personalidad del hombre.
Ante los buenos y malos momentos que pueda vivir una pareja, no olvidemos reconocer a los hombres también, hacerlos visibles. Las palabras de afirmación o de consuelo que le puedan dar lo ayudarán a entender la magnitud del momento, sea este de alegría o de dolor. El tiempo que se le dedique en escucharlo aportará para que se exprese y verbalice sus emociones. Esto lo motivará a asumir mejor un rol en su relación amorosa.
Necesidad de merecer el coprotagonismo
Hace algún tiempo escuchaba a unos esposos amigos contar su experiencia de quedar embarazados. Ella describía sus cambios corporales, los síntomas de náuseas, la alegría de sentir pataditas en el vientre… Por su lado, él contaba otra manera de vivir el embarazo. No sentía absolutamente nada en su cuerpo, pero su mente se preparaba leyendo libros acerca de cómo afrontar el preparto y el posparto.
Este es un simple ejemplo de cómo se vive un coprotagonismo, a pesar de tener cuerpos, roles y experiencias distintas. Superficialmente, la mujer sería la estrella del momento, pero al revelarse la historia del trabajo en equipo, el Óscar lo comparte con el hombre.
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Ciertamente los hombres necesitamos un poco más de reconocimiento, pero también necesitamos merecerlo. Debemos saber que en una relación no estamos de apoyo o haciendo un favor, sino que debemos ser protagonistas de la historia también. La invisibilidad ya no dependerá de lo que los demás puedan ver en los hombres, sino de aquello en lo que nosotros logremos destacar y hacernos notar. Centrarnos solo en el ámbito laboral o personal nos distraerá de lo que realmente nos hará visibles en el mundo, de lo que nos hará en verdad mejores personas: nuestro crecimiento en el amor.
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