Hola, querido lector, esta vez te escribo solo yo, Ana. Creo que merece la pena que te comparta cómo me siento en este momento. Y es que hoy mismo Pepe y yo empezamos una nueva etapa: él, como estudiante MIR… y yo, como novia de un estudiante MIR.
Antes que nada, por si me lees desde otro país, quería aclararte qué es el MIR y qué conlleva: se trata de un examen que hacen todos los estudiantes de medicina, al acabar la carrera, para poder ejercer en España. Se preparan durante aproximadamente siete meses, y esa preparación implica estar encerrados estudiando de 8 a 22 hs, todos los días menos los domingos, cuando descansan.
¿Qué es lo mejor que puedo hacer y cómo debo actuar durante estos meses? Pues si te soy sincera, no tengo ni idea. Nadie te prepara para esto. Puede ser que estés en una situación parecida y que nos hagamos compañía: yo, escribiéndote, y tú, leyéndome.
No existen cursillos
La verdad es que, antes de que llegara este momento, yo pensaba que jugaba con ventaja, pues se podría decir que llevo más de nueve años sabiendo que, tarde o temprano, esto nos llegaría: desde que conocí a Pepe, con catorce años, ya me había dicho que iba a ser médico. Pero, mientras se iba acercando este tiempo, me he dado cuenta de que es algo para lo cual no te puedes preparar. No existen cursillos en los que te expliquen cómo puede tu relación superar un examen MIR.
Y creo que eso es precisamente lo que más me aterra. Soy una persona a la que le gusta tener todas las situaciones bajo control, a la que —básicamente— le gusta programar todo lo que le sucede. Pero es que esto no se puede programar.
"Hoy por ti, mañana por mí"
Por todo esto, resulta imposible saber cómo se va a sentir Pepe, cómo va gestionar su tiempo libre… No puedo pedirle que, en esta situación, lidie con una novia agobiada por programar todo su tiempo libre. No sería justo.
Por el contrario, tengo que ser para él un alivio. No un agobio. Además, así funciona una relación: “hoy por ti, mañana por mí”. Y, ¡qué bonita es esa máxima! No se trata de estar siempre los dos al cien por cien: se trata de ver qué puede dar el otro, y de sumar tú lo que quede para que dé cien.
Porque el amor que sentimos el uno por el otro merece ese cien por cien, estemos en la situación en la que estemos. Al final, ¿qué hay mejor que saber que, cuando tú no llegues, el otro sí que lo hará por ti?
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Seguro imaginas que este post ha sido terapéutico para mí, y de hecho, sí: me ha ayudado a ordenar mis sentimientos y pensamientos. Pero ojalá que no solo logre eso: ¡espero que también te haya ayudado un poco a ti, querido lector!
Si tenéis cualquier pregunta no dudéis en escribirme en Instagram: @princespequitas. También podéis vernos a los dos en Youtube: Querer para dummies.
¡Nos vemos en el próximo artículo!
Muchas gracias por el escrito, es bueno recordar algo tan esencial y que en la practica, a veces la desesperación nos gana y se nos olvidan estos detalles de ser juntos el 100. Saludos desde Puerto Vallarta, México.