Estar en una relación es una de las experiencias más hermosas que uno puede tener. Sin embargo, no todos los momentos son adecuados para estar con alguien. En este artículo, me gustaría hablar de tres situaciones en las cuales empezar una relación no es una buena idea.
#1 El noviazgo “cáritas”
El noviazgo “cáritas” se da cuando una de las partes acepta iniciar la relación asumiendo la actitud de quien hace una obra de caridad. Por ejemplo, por pena, o por condescender a la permanente insistencia de la otra persona.
Esto puede darse también cuando uno toma a la otra persona como una suerte de “proyecto personal”. Es decir, uno está con la otra persona para ayudarla, para hacerle bien, para hacer que crezca, pero sin verla como un igual que también lo puede ayudar a crecer a uno. Uno se convierte en una especie de benefactor de su pareja, a la que toma como alguien necesitada de caridad.
Puede ocurrir también que estos motivos aparezcan cuando uno se da cuenta de que la relación no da para más y aún así decida continuarla. En este contexto, se puede llegar a pensar: “no puedo terminar con ella porque sé que, si la dejo, se va a deprimir.” O ella respecto de él: “no puedo terminarlo porque me ha dicho que su vida no tiene sentido sin mí, y tengo miedo de que termine metiéndose en el alcohol o las drogas por mi culpa.”
En realidad, la culpa es de quien decide empezar o continuar una relación asimétrica. Es decir, una relación en la que uno se da cuenta de que ambos no van a crecer juntos, en la que no se ven como iguales, en la que no se desafían mutuamente a ser mejores, o en la que no hay una admiración mutua por las cosas buenas que tiene el otro.
#2 El noviazgo “buscaminas de Windows”
Buscaminas era un juego que venía integrado a versiones más antiguas de Microsoft Windows, y era un juego para un solo jugador que uno básicamente jugaba cuando estaba aburrido y no tenía nada que hacer. Dicho esto, este segundo este tipo de noviazgo se da cuando uno busca estar con la otra persona porque se siente solo, o porque simplemente quiere a alguien a su lado para pasar el rato.
No se busca realmente a la otra persona por sus cualidades, por sus valores, o porque uno tenga la intención de construir algo en común. Simplemente se está con ella porque está ahí, disponible, pero así como uno está con esa persona, podría perfectamente estar con otra.
El problema con este tipo de relaciones es que claramente uno está usando a la otra persona. Y puede que la otra persona termine tomándose más en serio la relación de lo que se la toma uno. Así, la otra persona puede realmente enamorarse o empezar a pensar en un proyecto común, cuando en realidad, la única intención que uno tenía era la de pasar el rato. Iniciar —o continuar— una relación en este contexto realmente puede hacer mucho daño.
#3 El noviazgo “Kamikaze”
El kamikaze es un ataque suicida empleado por los pilotos japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, en el que dirigían su avión contra el objetivo militar enemigo, estrellándose con él y muriendo en el acto. El kamikaze podía disfrutar del vuelo, pero sabía que, tarde o temprano, su avión se terminaría estrellando.
Esto es exactamente lo que puede ocurrir cuando uno conoce a alguien con quien se siente muy bien, pero se da cuenta de que ambos no están de acuerdo en cosas que son esenciales a la relación. Por ejemplo, uno quiere vivir la castidad, pero la otra persona piensa que, a partir de los seis meses, es bueno que las parejas empiecen a tener intimidad.
En este contexto, puede que esos primeros seis meses hayan sido realmente muy buenos, y uno se haya enganchado mucho con la otra persona. Pero pasado ese tiempo, empezarán los problemas, y los sentimientos que hayan surgido muy probablemente le impidan a uno tomar las decisiones correctas.
O puede ser también que, por la etapa de la vida en la que uno se encuentra, esté buscando una relación que se encamine más directamente hacia el matrimonio. Y en este contexto, conozca a una persona con la que se entienda a la perfección, con la que le encante pasar tiempo, con la que comparta muchas cosas y ambos se sientan muy bien. Pero con quien no se compartan ciertas cosas que son fundamentales para hacer una familia.
Estas cosas esenciales pueden ser valores religiosos profundos —o al menos un respeto común hacia los valores del otro—, una idea de matrimonio como algo para toda la vida, una mirada común respecto de los hijos —porque tal vez la otra persona no quiere tenerlos, o porque no están de acuerdo en cómo educarlos—, etcétera.
Obviamente, no es posible coincidir en todo. El problema se da cuando ninguno de los dos está dispuesto a negociar a esos valores en orden a tener una mirada común. Cuando esto ocurre, la relación, tarde o temprano, cual kamikaze, se terminará estrellando.
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Puede que uno tenga realmente un deseo sincero de empezar algo con alguien para buscar su bien. Sin embargo, en ocasiones, es mejor seguir estando solo antes que empezar una relación que, a la larga, puede hacer mucho daño.
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