¡Dejemos de romantizar la palabra “tóxico/a”!
Muchas personas se la adjudican voluntariamente como una especie de sobrenombre “dulce” de código de pareja; eso es muy grave, si vamos a la raíz de lo que significa.
¿Qué hace tóxica a una persona?
Cuando hablamos de una persona tóxica, nos estamos refiriendo a alguien que afecta negativamente a sus seres más cercanos, debido a su personalidad egocéntrica y narcisista.
Una persona tóxica es quien no ha madurado emocionalmente, por lo cual necesita entablar una relación absorbente que le permita descargar sus frustraciones.
Además, casi nunca asume la responsabilidad, y suele proyectar sobre los demás los conflictos internos que no puede resolver.
Por lo general, alguien que es tóxico busca entablar relaciones con personas que sean fácilmente manipulables y no ofrezcan resistencia. Con personas tan dañadas en su autoestima que acepten hacerse cargo de los conflictos emocionales de alguien más. En definitiva, con personas que caminan por la vida con su autoestima devastada, aceptando migajas de amor.
La violencia de las relaciones tóxicas
Para decirlo con claridad, una relación tóxica es una relación violenta, porque toda violencia persigue como objetivo afectar emocionalmente a la víctima, ya que esto hace que la persona se desgaste psicológicamente y desencadene una dependencia emocional. Este es el tipo de violencia más difícil de identificar, porque no deja rastros visibles. Pero sí genera estragos.
Tipos de relaciones tóxicas
Una relación tóxica se puede dar de diversas maneras:
Menosprecio y denigración: no lo hace directamente, es decir, nunca sus palabras o actitudes serán literales o explícitas. Pero sí indirectamente: a través de chistes, a través de gestos, a través de silencios, a través de no hacerte parte de las decisiones importantes, a través de comparaciones con otras personas, o haciéndote sentir invisible cuando estás en un grupo. Otra muestra de menosprecio es no creer o burlarse de tu sueños y/o metas, no apoyándote para que los alcances, pero siempre bajo la premisa falsa de que “es por tu bien” para que “no te frustres”.
Proyección de culpa: este tipo de persona tóxica buscará la manera de invertir el orden de cualquier situación para que el otro resulte culpable. Aun cuando hagas algún tipo de reclamo por un mal que ha ocasionado, se ofenderá por el reclamo y manipulará la situación para ser la nueva víctima. Así, logrará que la verdadera víctima tenga que pedir disculpas y se cargue con el sentimiento de culpabilidad y responsabilidad. Como todos los comportamientos y dinámicas tóxicos, proyectar la culpa tiene la finalidad de controlar cualquier tipo de situación sin hacerse responsable por ninguna.
Único beneficiario: En la relación no hay reciprocidad, sino que siempre va en un solo sentido. La persona tóxica utiliza a la otra para obtener lo que desea. Ya sea en el área sexual o laboral, respecto del alcance de metas, de los deseos profundos, de la concreción de sueños o simples caprichos diarios. Siempre promete que la próxima vez la otra persona será la beneficiado, lo cual nunca ocurre. El tóxica también puede intentar mostrar cuánto se merece alcanzar tal o cual cosa, y argumentar que, si no lo hace, su vida se derrumbará de forma dramática.
Control absoluto: haga lo que haga la víctima para mostrar la transparencia de su amor y fidelidad, nunca será suficiente. La persona tóxica siempre verá “fantasmas” inexistentes en situaciones sanas y naturales. El control puede ser ejercido sobre su celular, redes sociales, vestimenta, horarios, dinero, amistades, y hasta el tipo de relación con sus familiares.
¿Estoy en una relación tóxica?
Para distinguirlo, tenemos que diferenciar una circunstancia en particular de un hábito recurrente. Puede suceder que alguna vez se experimente una situación injusta, ya sea de maltrato (verbal o no verbal), menosprecio, control o celo, y eso no significará necesariamente que la persona sea tóxica.
Ojo: hablo de “alguna vez”, es decir, de una vez. Una persona tóxica es recurrente en su acción, y esa acción comienza y siempre va en progresión.
¿Qué hago si estoy en una relación tóxica?
El primer paso, y el más difícil, es la aceptación de la situación. Muchas veces somos conscientes de que nuestra relación no es sana, pero aún así la esperanza del que “el amor todo lo puede” nos impulsa y da la fortaleza para continuarla.
No es fácil hacer un corte radical en una relación, ya sea de pareja o de amistad, porque, a diferencia de las películas de ficción, acá el villano (o la villana, claro está) no siempre es absolutamente villano: también tiene muchas cualidades buenas que deseamos valorar, y que a veces ponemos por sobre cualquier aspecto negativo. Pero una persona tóxica no cambia hasta que no tenga la necesidad de hacerlo.
El segundo paso es necesariamente pedir ayuda.
No intentes hacerlo solo. Es necesario que tengas en quién apoyarte cuando tomes la decisión de hacer algo al respecto. Buscá que sea una persona madura en todos los aspectos, sobre todo espiritualmente, para que pueda ser una guía, sustento y apoyo.
Y por último, te aconsejo ser radical en tu decisión. La Biblia dice: “Una cosa has determinado, eso harás” . Si decidiste poner un límite, mantenete en tu postura. Y a la hora de tomar la decisión, deberás evaluar la actitud de la otra persona. Si su respuesta es con manipulación, culpándote o simplemente te dice que es así, y que así la conociste; entonces, ¡salí de ahí urgente! Pero, si da muestras de cambio (dije “muestras”: no palabras, sino acciones, actitudes), entonces, con ayuda de alguien más, podrán darse la oportunidad de sanar y reconstruir.
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Nadie es tóxico con quien no se deje contaminar. Antes de entablar una relación de cualquier tipo, es importante procurar que el estado de tus emociones esté apto para ello. Si tu autoestima está dañado, si en tu alma tenés un vacío, si existe una carencia afectiva o arrastrás heridas de la infancia o de la adolescencia que aún no has sanado, no es momento para una relación. En este caso, tu condición te hará vulnerable a cualquier tipo de manipulación y maltrato que debas enfrentas. Y lo aceptarás, porque lo más probable es que desarrolles una codependencia respecto de la otra persona.
Por eso es tan importante, antes de pensar en un plural, ser un fuerte y sano singular. Esto nos ahorrará decepciones, dolores y heridas. Cultivar un autoestima sana es fundamental para decir un “no” a tiempo.
Por cualquier duda, podés consultarme por Instagram: @pepyecheverria
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