Hoy queremos hablar sobre las etapas del amor. Se ha escrito mucho sobre ellas, y existen infinitas clasificaciones. Antes de adentrarnos en cada una de ellas, queríamos aclarar algunas cosas.
No hay etapas mejores que otras: todas revisten igual importancia. El objetivo nunca debería ser llegar a la última, sino vivir cada una de ellas al máximo, sacándoles el máximo provecho. Cada una conlleva sus aprendizajes, y estos nos ayudarán a avanzar en el camino de nuestro amor.
Primera etapa: atracción – enamoramiento
Esta corresponde, sin duda alguna, a la adolescencia del amor. Durante este período nuestros sentimientos pesan más que la razón, y nos dejamos guiar totalmente por ellos. Es una etapa preciosa. Todo es perfecto. El otro es perfecto. Y no entendemos por qué los demás nos miran con rareza, como si estuviéramos locos.
Se trata de la única de las tres etapas que no se escoge vivir: simplemente pasa. El enamoramiento nos escoge a nosotros. Obviamente, para que pase, tenemos que estar dispuestos.
Segunda etapa: conocimiento
Pasa el tiempo y empezamos a conocer más al otro. Empezamos a crecer juntos. Empezamos a ver que no es todo tan bonito, que el otro tiene defectos, y no solo virtudes. Entonces, surgen los primeros roces y discusiones.
Desde nuestro punto de vista, se trata de la etapa más dura. Empezamos a vivir una época en la que puede que se cree un abismo entre nosotros. No nos entendemos tanto como antes. ¡Parecemos enemigos! Muchas cosas de la relación comienzan a pesarnos.
Puede que, llegados a este punto, cansados de esta dinámica de guerrilla, queramos sacar la bandera blanca y negociar. Se trata de una respuesta lógica, pues a nadie le gusta vivir un noviazgo de enfrentamiento continuo.
Tercera etapa: voluntad - amor
Tras esa conversación y ese negociar, hemos visto que aquí, o le metemos caña a la relación, o esto no va a ninguna parte. O empezamos a actuar como un equipo, o la relación se convertirá en un auténtico calvario.
En esta etapa, la voluntad juega un papel crucial. Así como lo característico de la primera etapa son los sentimientos, y la razón lo es de la segunda etapa. En esta tercera etapa, la voluntad es el impulso de la relación: se convierte en la energía que mueve el mecanismo del amor. Con su ayuda, todo fluye. Y empezamos a querernos mejor.
Hasta ahora, todo nos venía dado, todo seguía su curso natural. Es en este momento cuando ponemos todo de nuestra parte para sacar adelante la relación. Y, en ese caminar de equipo y de esfuerzo constante, de repente, y sin esperarlo y buscarlo, la ilusión del principio vuelve. Y vuelve para quedarse.
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Como hemos dicho al principio, lo importante no es llegar a la última etapa, sino vivir cada una de ellas al máximo. No quiere más o mejor la pareja que está en la tercera etapa: quiere diferente.
Si tenéis cualquier pregunta, no dudéis en escribirnos a @princespequitas, la cuenta personal de Ana. ¡Nos vemos en el próximo artículo!
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