En términos comerciales, febrero es “el mes del amor”, debido a la fiesta de San Valentín. Y esto me hace recordar aquel viejo chiste de que hay que terminar la relación el 13 de febrero, para no tener que comprar regalos el día del amor. Sin embargo, de lo que quiero hablar hoy es de lo que está al otro lado: el love bombing.
Love bombing (“bombardeo amoroso”) son dos vocablos que se usan para describir la práctica de llenar a alguien con intensas demostraciones de afecto. Ya sea a través de lujosos obsequios, de constantes gestos románticos o de excesivos elogios, el love bombing puede hacer que una persona se sienta abrumada y sofocada. En el Día de San Valentín, este tipo de comportamiento a menudo es capaz de llegar al extremo cuando las personas intentan superarse entre sí con sus obsequios. Entonces, ¿cómo entender el love bombing y evaluar si los regalos son saludables? Vamos a ver.
Comprender el propósito
Si yo soy quien entrega, debo escarbar en mi interior para saber si estoy buscando impresionar a la otra persona, porque quizás lo haga de forma inconsciente para que no me abandone. Si soy quien recibe un regalo ostentoso o muchos presentes y atenciones en corto tiempo, es probable que estén tratando de manipularme para que me quede. La clave de los regalos significativos es que tengan un propósito adecuado y que provengan del lugar correcto. La finalidad sana de un presente es buscar el bien de la otra persona, brindarle una pequeña muestra de mi amor.
Evaluar la frecuencia
Si estoy pensando todo el tiempo en qué darle a la otra persona, sean objetos o experiencias, tal vez me siento inseguro de ella, de mí mismo o del vínculo como tal. Si recibo muestras de atención constantemente, quizás me enfrento a una relación tóxica. Los regalos especiales en momentos especiales demuestran que estoy dándole importancia a lo que celebro con la otra persona; si son demasiado frecuentes, pierden el valor y comienzan a ahogar. Es saludable demostrar el amor con los pequeños gestos cotidianos y reservar las expresiones extraordinarias para los momentos memorables.
¿Muy pronto, o en el tiempo adecuado?
Si apenas estoy conociendo a alguien que me gusta y ya planeo darle un presente espectacular, único y costoso, debo reflexionar si —de alguna manera— creo que con eso voy a conquistarla y hasta obligarla a aceptar mantener una relación conmigo. Si yo soy quien me sorprendo recibiendo un obsequio impresionante ni bien comenzamos a salir, debería considerar que me están tratando de atrapar. Dar un regalo significativo implica conocer a la otra persona, saber qué le gusta, qué le sirve, qué le interesa…, y eso requiere tiempo. El objetivo de un presente debe ser aportar a lo que el otro es, y no enseñarle quién es uno.
Expectativas con respecto al regalo
Si al entregarle algo a la pareja espero gratitud, ya sea de palabra o de obra, estoy cayendo en una transacción comercial. Si la persona que me da un presente busca algo a cambio, ya no es un don. Un verdadero regalo implica que sea absolutamente desinteresado, gratuito, con el único fin de hacer sentir bien a la otra persona. Incluso puede ser al revés: dar un presente como forma de dar las gracias por un favor recibido. En una relación saludable, los regalos no nos dejan en deuda, sino que son muestras de cariño, afecto y respeto.
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Las fechas especiales no han de convertirse en una competencia ni en una transacción en lo que respecta a la entrega de regalos. En cambio, hay que concentrarse en expresar amor genuino a través de gestos considerados que muestren quién es tu pareja y lo que disfruta. Detectar el love bombing en uno como quien da, o en el otro, cuando es uno quien recibe, nos permite adjudicarles a los presentes su justo lugar: el de demostraciones afectuosas, y no el de anzuelos o monedas de cambio. “Dar es dar / y no marcar las cartas, / simplemente dar”, cantaba Fito Páez.
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