Muchas personas ven como el proyecto más grande de sus vidas encontrar el amor, casarse y formar una familia. Pero a veces existen personas que caen en desesperación, personas a las que pareciera que les urge casarse.
Sin embargo, ante una decisión tan importante, hay que saber si estamos verdaderamente listos para comprometernos. Por supuesto que compartir nuestra vida con otra persona es una de las cosas más trascendentes que podemos experimentar, ya que nos va a ayudar a perfeccionarnos para vivir más libres y felices. Pero no olvides que esto conlleva una responsabilidad importante para vivir la grandeza a la que estamos llamados.
Por ello, no te cases si no estas dispuesto a salir de tu zona de confort, si no estás dispuesto a salir de ti mismo, sino estás dispuesto a donarte, a renunciar, a saber escuchar, a perdonar y a saber pedir perdón.
Ocurre que, en nuestros días, el matrimonio ha perdido el valor y la trascendencia que implica unir tu vida con otra persona. Hay que recuperar la profundidad y el sentido del amor verdadero. Por lo tanto, no importa ⎯por ejemplo⎯ si a cierta edad sientes que todavía no encuentras a la persona indicada: no te sientas presionado por los demás, porque según ellos ya deberías haberte casando. En algún punto se necesitarán paciencia, amistad, compromiso, generosidad, docilidad, donación, humildad, fidelidad… Y puede que el cariño no sea lo suficientemente fuerte para sostenerlos juntos. Por ello, no te cases si te pasa alguna de las cosas que describo en este artículo.
#1 Si vives para ti mismo
Cuando estás a punto de casarte, se piensa que la persona con la que te vas a casar al fin será la clave para que seas feliz; pero pensémoslo mejor. Es un típico caso en el que, como muchas veces, nuestro ego nos hace quedarnos en nosotros mismos. Porque, ¡claro que el otro te complementa! Pero jamás debería uno casarse esperando un beneficio propio de parte la otra persona.
En efecto, el día de mañana hay muchas cosas en las que deberán ser equipo ⎯tomar decisiones juntos, ver cómo van a gastar su dinero, considerar qué se les antoja hacer, planificar adónde quisieran viajar juntos…⎯. El matrimonio es para recibir mucho, sí. Pero es para dar mucho más. Para acompañarse, para apoyarse, para crecer juntos Debo pensar: ¿cómo puedo ayudar a que el otro sea lo que está llamado a ser? A que desarrolle sus talentos, a que sea cada día más pleno.
#2 Si crees que el matrimonio es perfecto
El matrimonio tiene cosas increíbles, pero si crees que el amor es perfecto como el de las películas, la verdad, no lo es. Porque todo lo que vale la pena es un camino de esfuerzo, de entrega, de servicio, de renuncia. Como la oportunidad más grande de ser mejor, no por el beneficio propio, sino de dejar huella en la vida de tu pareja, para que esa persona sea cada día más feliz.
Se trata de acompañar, de dar todo de ti para compensar las fallas, errores, debilidades y malos ratos del otro. Así, con tu ayuda ambos saldrán adelante, descubriendo juntos el misterio de la vida: que solo puede resumirse en que fuimos creados para amar y ser amados.
#3 Si no ves defectos en tu pareja
Nadie es perfecto. Por ello, si no ves defectos en tu pareja, hay dos posibilidades: o no han vivido experiencias suficientes para descubrirlos, o realmente no se conocen. Para casarte, esta debe ser una decisión completamente libre, y solo podrá serlo cuando conoces y aceptas totalmente a la otra persona, con todo lo bueno y lo malo. Ya en el matrimonio, esto puede tornarse algo peligroso, porque es cuando vienen las decepciones, al tener expectativas completamente distintas a la realidad.
#4 Si no has trabajado tus heridas
Llevar las heridas de tu corazón no solo puede causarle heridas a tu matrimonio y a tu compañero. Para peor, en algún momento, cuando tengas hijos, puede ser que también proyectes en ellos esas heridas. Por eso es importante trabajarlas lo más posible, antes de compartir tu vida con alguien más.
#5 Si no vives con autenticidad
Es de suma importancia vivir auténticamente siempre. Debemos mostrarnos tal cual somos, ser honestos con nosotros y con los demás. En el noviazgo solemos “adornar” u ocultar nuestros defectos, actuar como creemos que la otra persona quiere o le gustaría… Eso puede funcionar por un tiempo determinado, pero en el matrimonio vas a comportante como realmente eres, y puede que el otro no te reconozca, porque llegó a amar a una persona que simplemente no existe tal cual es.
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El matrimonio es un gran don, por el cual vale la pena comprometerse toda la vida. Por eso, es necesario darle la importancia que merece. y preparase lo mejor posible para vivir lo que estamos llamados a vivir y a ser en plenitud.
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