Una cita bíblica reza: “Todo reino dividido fracasa” (Lc 11, 7) Esta frase resonó por mucho tiempo en mi corazón, permitiéndome reflexionar acerca de diferentes situaciones en mi vida. Pero esta vez quiero enfocarlo en el ámbito matrimonial, para hablar sobre la comunión entre los esposos.
Una sola carne
Cuando hablamos de comunión en el matrimonio, nos referimos a cuán alineados estamos en el proyecto familiar que tenemos. Se trata de remar en la misma dirección, y de tener un mismo sentir respecto a la realidad y el futuro de nuestro hogar.
En la exhortación apostólica Familiaris Consortio, escrita por San Juan Pablo II, se nos habla mucho sobre este tema:
“La comunión primera es la que se instaura y se desarrolla entre los cónyuges; en virtud del pacto del amor conyugal, el hombre y la mujer ‘no son ya dos sino una sola carne’ y están llamados a crecer continuamente en su comunión a través de la fidelidad cotidiana a la promesa matrimonial de la recíproca donación total”.
Tips para vivir en comunión
¿Cómo es que dos personas, con historias, personalidades y problemas diferentes pueden empezar a vivir en comunión? No es tarea fácil, pero sí muy necesario para vivir el sacramento del matrimonio con plenitud. Aquí menciono algunos tips importantes para lograrlo:
Aprender a tener proyectos y metas en común desde enamorados es un gran ejercicio para lograr la comunión en el matrimonio. Hay que tener en cuenta que pueden ser proyectos y metas de todo tipo: profesionales, espirituales, financieras, en su relación de pareja…
La comunicación es vital para vivir en comunión. Se requieren conversaciones profundas para reflexionar sobre cómo estamos viviendo, en qué nos falta estar alineados, en qué podemos ceder para llegar a acuerdos, lo que queremos lograr a corto/mediano/largo plazo.
Aprender a discutir: no estar de acuerdo es totalmente válido, y no debe preocuparnos. Pero para discutir y exponer tu punto de vista no tienes que pelear, con respeto y ganas de SUMAR siempre se puede lograr llegar a acuerdos. (Este es un tema muy amplio, que definitivamente voy a tocar en otro artículo.)
Trabajar en conjunto para lograr los acuerdos a los que han llegado es la mejor forma de decirle a tu cónyuge que quieres ser uno con él. En este proceso seguramente van a fallar; pero créeme que con su esfuerzo por lograrlo ya están empezando a vivir en comunión.
Eviten las distracciones. Especialmente los primeros años, el mundo te va a hacer creer que el matrimonio te quitó la libertad, que ya no puedes divertirte y disfrutar como antes. No te distraigas con opiniones de personas que no necesariamente viven de cara a Dios: disfruta y agradece de las bendiciones que te regala Dios en tu nuevo hogar. Sueña y construye con mucho esfuerzo un hogar y un matrimonio sólido.
La eucaristía es fundamental para que Jesús les enseñe a tener un solo corazón. Esto también lo mencionan en Familiaris Consortio: si hay cosas en las que les cuesta mucho llegar a un acuerdo, vayan con mayor frecuencia a la eucaristía. “El cuerpo de Cristo ofrece a la familia cristiana la gracia y responsabilidad de superar toda división y caminar hacia la plena verdad de la comunión querida por Dios, respondiendo así al vivísimo deseo del Señor mujer ‘que todos sean una sola cosa’”.
La oración juntos también es un arma muy poderosa para lograr la comunión, donde recibimos el Espíritu Santo. Bien lo dice San Juan Pablo II: “El don del Espíritu Santo es mandamiento de vida para los esposos cristianos y al mismo tiempo impulso estimulante, a fin de que cada día progresen hacia una unión cada vez más rica entre ellos, a todos los niveles —del cuerpo, del carácter, del corazón, de la inteligencia y voluntad, del alma, revelando así a la Iglesia y al mundo la nueva comunión de amor, donada por la gracia de Cristo”.
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Para terminar, recordemos siempre la cita del comienzo donde el evangelio es muy claro “Todo reino dividido fracasa, no hay ciudad o familia que pueda permanecer con peleas internas”. Mateo 12,25
Un solo corazón, un solo sentir, un solo camino.
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