Uno de los factores que mejor sintetiza qué contribuye al logro de una parejas saludable, estable y feliz es la seguridad. La seguridad es la base de cualquier tipo de relación. Una persona que siente seguridad en su relación se entrega por completo al amor. Porque es la que produce confianza, y confianza es lo que todos buscamos en la relación más íntima que puede existir entre dos personas: el amor de pareja.
Seguridad
La seguridad no se trata de estar con la persona perfecta; de hecho, eso no existe. Se trata de hacer perfecta la relación en la búsqueda de acuerdos y soluciones, y en la construcción continua de amor, romance y respeto. Se trata de cambiar el interrogante: “¿Funcionará?” por el propósito: “Hagamos que funcione”. Se trata de que, a pesar de atravesar dificultades —lógicas y necesarias en cualquier relación que crece en amor y en madurez— no huyamos ni abanemos.
Por el contrario, la seguridad nos lleva a aceptar los retos que implican congeniar, entender, aceptar, ceder, valorar y luchar para no perder el amor. Ese amor que un día viste en sus ojos como reflejo de los tuyos. Por eso, se trata también de saber que no todo será color de rosa, que no todo serán risas. Las mariposas de nuestros estómagos un día dejarán de aletear, el enamoramiento caducará… Pero lo que permanecerá será la decisión firme de amar.
Probablemente todavía quede mucho por aprender del amor, pero, si tienen la seguridad, lo querrán aprender juntos; y todo lo que tengan para corregir —que es posible que sea mucho— lo querrán cambiar, por el “nosotros”. Gracias a la seguridad, buscarán incansablemente desarrollar su mejor versión; pero no la mejor del singular, sino la del equipo de a dos que están formando.
Si va a ser así, no te quedes
Si va a estar pensando que en cualquier momento va a encontrar algo mejor que vos.
Si va a estar coqueteando con otras personas.
Si va a ignorar tus sentimientos.
Si va a ocultar, archivar o borrar conversaciones.
Si va a aceptar invitaciones de personas que sabe que tienen interés de romance en él/ella.
Si va a ignorarte el público o no te va a hacer parte de sus decisiones.
Si va a hacerle sentir a otra persona que tiene oportunidad.
Si va a estar comentando o reaccionando a contenido sensual de otra persona.
Si no te va a presumir.
Si no te va a dar exclusividad en tanto acciones de romance…
Entonces, no te quedes ahí.
La sabiduría de decir “NO”.
Es vital que aprendas a decir “no” sin sentirte culpable o egoísta. Tenés un valor que se mide por la aceptación o resignación, o por la valentía de atreverte a poner un límite y obsequiarte vos mismo la seguridad que la otra persona te está negando.
Decir “no” en estas circunstancias reducirá el daño y te quitará de encima aquello que te perturba y te roba la paz. No le tengas miedo al “no”: simplemente estás priorizando tu vida y lo que estás sintiendo en un momento determinado. Las personas siempre van a estar desafiando tus límites, y llegan hasta donde uno se los permite. Decí “no” cuando te tengan en la incertidumbre, cuando seas un “mientras tanto”, cuando no te valoren…
Entendé que no sos una opción más: sos un privilegio, y a quien no lo valore, mejor perdelo. Porque vas a estar ganando. Si no podés decir “no” por miedo a perder al otro, es que ya te perdiste a vos mismo hace rato.
Amor seguro
La seguridad afectiva es una construcción mutua, en la que dos partes trabajan para poner límites, no ser invasivos y expresar las necesidades con claridad, tanto de manera implícita como de manera explícita. Deben ser transparentes en su comunicación, y consecuentes con lo que dicen y lo que hacen. Deben aprender que las promesas se cumplen, y sobre todo, respetarse mutuamente pública e íntimamente.
El verdadero respeto es el que le otorgas a alguien aun en lo secreto. Una relación puede durar días, meses, años o hasta la muerte…, pero independientemente del tiempo medido que sea que estén en esa relación, esos momentos deben ser disfrutables y memorables. Deben partir de la certeza de estar construyendo en un lugar con la escritura a su nombre; pues edificar en un lugar de alquiler es ganancia sólo para el propietario.
Pero un buen amor es un amor seguro. Un buen amor hace que sus brazos se conviertan en el mayor lugar de refugio que puedas encontrar.
* * *
En una relación no buscamos un castillo, un caballo blanco y un príncipe o una princesa. Buscamos y necesitamos la seguridad de que la otra persona quiere, por sobre todas las cosas, una relación verdadera con nosotros.
Cuando no sentimos seguridad, surge lo opuesto, es decir, la desconfianza, esa dificultad para depositar nuestro lado más vulnerable sin temor, ese terror de desnudar el corazón y de que el otro lo esté desnudando en un alma que no es la tuya. No importa lo que haya que atravesar: importa que el otro esté seguro de que quiere estar ahí.
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