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Foto del escritorYohei Icochea

¿Qué tal la convivencia?



En un contexto de altos índices de divorcios y familias separadas, hoy es casi un paradigma pensar que se necesita convivir previamente para asegurar un matrimonio. Luego de un poco más de un mes de haberme casado, ¿qué puedo reflexionar acerca de la convivencia?


Lo positivo


Es increíble cómo cada día aprendes acerca de tu pareja: qué le gusta, qué no le gusta, cómo se siente querida, cómo se sienta agobiada, qué le desespera, qué le tranquiliza. Por más años que puedas haber tenido en la etapa de noviazgo —en nuestro caso, seis—, ahora cotidianamente descubres algo nuevo, y te encuentras en un proceso de volverte un experto de tu pareja. Resulta curioso y divertido a la vez.


Este aprendizaje va acompañado de experiencias nuevas, que quizás nunca imaginaste que te iban a agradar. Particularmente, yo antes podía quedarme hasta tarde terminando pendientes y sacrificando horas de sueño; hoy quiero terminar cualquier tarea a tiempo, para no perderme el momento de acostarnos juntos. Entre muchas otras cosas, la convivencia guarda su encanto. Y cada persona tendrá sus momentos favoritos.


Lo difícil


A pesar de sus lados positivos, convivir tiene retos que sólo conoces cuando te toca vivirlo. Se dice mucho que lo difícil se da cuando te sorprendes de las costumbres ocultas de tu pareja. Sin embargo, yo diría que lo más sorprendente son los propios comportamientos ocultos.


Por ejemplo, en una discusión, te puedes dar cuenta de que no eras tan paciente como pensabas; o puedes descubrir que descuidas algunas formas a la hora de hablar o de comunicar lo que te molesta. Como no hay nadie alrededor, es más probable que tu lado impulsivo, tu “Mr. Hyde” le gane al lado racional, a tu “Dr. Jeckyll”.


Es duro verse a uno mismo sin filtros, y notar tus propios defectos; sobre todo cuando tu pareja se vio afectada por ellos. Sin embargo, la peor tentación es echarle la culpa al otro antes de examinarse uno mismo.


* * *


Ante el paradigma de que es necesario convivir antes de casarse, ¿qué puedo responder yo, desde mi experiencia personal? El éxito de la relación no llega “probando” la convivencia. Si a mí me hubiesen evaluado antes de casarme, probablemente habría reprobado y nunca me hubiese casado. Además, ¡qué angustiante sería convivir, bajo la amenaza de que cualquier defecto mío podría terminar la relación!


A diferencia de esto, la ventaja del matrimonio es que la única opción es mirar hacia adelante en pareja. No hay puertas abiertas por las que uno de los dos puede huir ante cualquier molestia. Y créanme, habrá molestias.


Pero el éxito del matrimonio se da en la transformación diaria de uno mismo. En reconocer con humildad cada vez que nos equivocamos, en trabajar por combatir defectos, y poco a poco, conquistar virtudes entre los dos.


Considero que el matrimonio es como aquella universidad, aquella maestría, aquel trabajo soñado en el que todo el mundo sabe que te esperan momentos duros al principio, y que te van a exigir. Nadie postula a esos retos para “probar”, pensando en que va a fracasar. Más bien, la dificultad termina siendo una motivación para ponerse a la altura. A pesar de tus limitaciones o las de tu pareja, sabes que día a día se superarán por el simple hecho de haber puesto la vara alta.


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