En nuestra opinión, la mejor opción es no tener relaciones sexuales en el noviazgo. Queremos dejarlo claro porque algunas veces no nos explicamos bien. Pero ahora veremos algunas cuestiones importantes para considerar en nuestra opinión.
Se trata de una decisión individual y de pareja
Aquí, la libertad personal es muy importante. Todos debemos saber por qué hacemos las cosas. No valen contestaciones del tipo “en mi familia siempre se ha hecho así”, “a mis padres les daría un disgusto”, “como católico lo tengo prohibido”, “mi novia/o no quiere”, o tantas otras.
Cuidado con no tener en claro el porqué detrás nuestros actos, y con no responsabilizarnos nosotros mismos por ellos. Descargar la responsabilidad en los demás es, en nuestra opinión, una forma de actuar cobarde e infantil. Puede ser que algunas veces se nos nuble la conciencia y que nos agarremos a algunas de las excusas anteriores. Eso está bien para un momento concreto, pero no se puede funcionar así continuamente.
“Porque me da la gana”
No hay razones tumbativas que hagan que todo el mundo nos entienda. Cuando nosotros éramos novios, nos encontrábamos con amigos que no lo vivían del mismo modo que nosotros; ante cualquier cosa que les decíamos, ellos se sonreían. Supongo que, si vosotros lo vivís así, os habrá pasado.
La realidad es que se puede explicar, pero no nos tienen que entender ni aplaudir. Lo hacemos porque nos da la gana. Si somos creyentes, sabemos que tenemos la ayuda de Dios y que Él, como Creador del ser humano, nos ha dado unas instrucciones.
Por ejemplo, cuando compramos una lavadora, es el fabricante el que sabe cómo funciona. Si nosotros metemos allí dentro un pollo, queriendo que se ase, lo único que conseguiremos es estropear la lavadora, porque su función es lavar, no asar. Y Dios es nuestro “fabricante”: Él nos ha dado las instrucciones sobre cómo tenemos que funcionar, con el fin de que seamos felices. Pero la decisión es nuestra.
San Josemaría Escrivá de Balaguer, santo del siglo xx, decía lo siguiente: a veces, “porque me da la gana” es la razón más sobrenatural. Con esto quería referirse a que llega un momento en que no hay más explicación que esa. ¿Por qué? Porque es imposible dar razones de algo que para muchos resulta incomprensible, o que a ellos no les da la gana de escuchar o entender.
Dueños de nuestra propia vida
Muchas veces nos preguntan: “¿Qué debo hacer? Mis amigos se acuestan con sus parejas, y a nosotros nos cuestionan por qué no lo hacemos”. Es un clásico. Otro clásico es “todo el mundo lo hace”. Aunque no es verdad que todos lo hagan, eso tampoco es una razón. Hay muchas cosas que hace mucha gente, y no por eso lo vamos hacer nosotros también.
Hay que tener en claro lo que queremos, y después actuar en consecuencia. Si no, siempre haremos lo que los demás quieran que hagamos, y no seremos dueños de nuestra vida. Autocontrolarnos y saber elegir nuestro futuro es propio de los seres humanos. No nos movemos por instintos, ni por el “qué dirán”.
No podemos ser unos reprimidos
Frases como “los católicos lo tenemos prohibido” resultan terroríficas. ¡Los católicos somos libres! Jesús vino a darnos la libertad, no a reprimirnos. Él nos enseña la forma de ser felices, no la forma de amargarnos la vida: si nos recomienda, algo es para que seamos más felices. A nosotros nos toca entender el porqué de esa recomendación, y la inteligencia la tenemos para algo.
Como hemos dicho, somos dueños de nuestras decisiones, y por ello podemos intentar explicarlas… aunque los otros no entiendan esas decisiones.
Algunas razones para abstenernos de las relaciones en el noviazgo
Nos hace más libres, ya que el autocontrol nos permite elegir libremente, sin dejarnos llevar por los instintos o caprichos. Y nos prepara para el matrimonio: de hecho, también de casados pueden darse situaciones por las que tendremos que renunciar a las relaciones íntimas, y este entrenamiento nos viene bien. Somos señores de nuestro cuerpo.
Además, es un modo de pensar en el otro; es como decir “por amor a ti, y porque sé que es lo mejor, renuncio a ese deseo por un bien mayor”. En este sentido, contribuye a fortalecernos como pareja, ya que nos demostramos que somos capaces de renunciar juntos a algo que a los dos nos gustaría, pero que sabemos no nos haría bien. Por último, también nos prepara para exigencias posteriores.
Un factor de unidad
Vivir esta renuncia no nos asegura un matrimonio feliz. Y lo contrario, tampoco. El matrimonio es una conquista diaria. Pero esta renuncia sí nos ayuda, como hemos dicho, a enfrentar luchas posteriores. Demostrarnos ese dominio sobre nosotros mismos es algo que nos une.
* * *
Las reflexiones que incluimos aquí son parte de nuestro libro Sexo para inconformistas, que próximamente se publicará. Esperamos que os ayude a pensar y a dar razones de vuestra forma de actuar. Ya decimos que no hay razones que a todos convenzan, como no las hay para tener fe. Cada uno debe preocuparse de formar bien su conciencia, y así dar razones a quienes nos pregunten.
Para más consejos, podéis seguirnos en @lonuestro.info.
Comentários