La masturbación es un tema tabú. Como tal, no es mucho lo que se dice de ella; y lo poco que se dice, no siempre se plantea desde una perspectiva adecuada. La idea del artículo de hoy es poder acercarnos a esta práctica a partir de algunos mitos que comúnmente giran en torno a ella.
Mito 1: Se prohíbe por motivos religiosos
Una primera cosa que se dice respecto de la masturbación es que la concepción negativa que hay sobre ella viene del lado de la religión. Es decir, todo el tabú que hay en torno a esta práctica tendría su origen en una condena que únicamente podría sostenerse a partir de ciertas concepciones religiosas. En los contextos en los que dichas concepciones estuvieran ausentes, la masturbación no encontraría reparo alguno en ser considerada como algo normal.
Si bien es cierto que la masturbación tiene mala fama en contextos religiosos, al menos en el cristianismo, el motivo de la condena no es religioso. Desde una mirada cristiana, la religión no crea arbitrariamente las prohibiciones morales, sino que explicita aquello que se condice —o no— con la naturaleza del ser humano. Por ejemplo, si el quinto mandamiento —“no matarás”— no existiera, no sería lícito para los cristianos matar. Cuidar y respetar la vida humana no es algo que el cristiano está llamado a hacer sólo por ser cristiano, sino principalmente por ser persona. El mandamiento pone por escrito una ley que siempre estuvo “escrita” en el corazón de todo ser humano.
Lo mismo ocurre con la masturbación. La fuerza de la condena no se apoya principalmente en el sexto mandamiento —“no cometerás actos impuros”—, sino en que se trata de una práctica que perjudica al ser humano en cuanto tal. El mandamiento refuerza la prohibición, pero no la crea. Por eso es posible —y necesario— buscar la justificación de esta prohibición en el corazón del ser humano. Es ahí donde está la respuesta.
Mito 2: Se prohíbe porque el placer es algo malo
Lejos de ser algo malo, el placer no sólo es algo bueno, sino que se trata de algo muy bueno. Es bueno porque es algo propio de la naturaleza del ser humano. Así como es bueno que el ser humano tenga dos ojos y dos piernas —porque es algo propio de su naturaleza—, es bueno que experimente placer por ser éste la consecuencia natural de la realización de ciertos actos.
El placer no sólo es algo bueno, sino algo muy bueno, por los fines a los que apunta. Se trata de fines que permiten al ser humano encontrar una gran plenitud. En primer lugar, el placer es un medio que facilita que la transmisión de la vida se haga posible. Permite que dos seres humanos tengan la dignidad de ser “co-creadores” de una nueva vida. En segundo lugar, el placer es un medio que permite que el amor que hay entre dos personas crezca y se haga cada vez más fuerte. Es, pues, un insumo para el amor.
Nótese que el placer tiene un carácter de medio, y no de fin. Es un medio que permite al ser humano abrirse a otras personas en el marco del amor. Buscado separado de estos fines, el ser humano termina encerrado en sí mismo. Pero incluso cuando el placer es usado fuera de sus fines, no deja de ser algo bueno. Es algo bueno que se está usando mal. Pero lo que está mal es el uso que se le da, no el placer mismo. De ahí que la condena va a la masturbación —que implica usar el placer separado de sus fines—, no al placer que se experimenta.
Mito 3: Ayuda al autoconocimiento
Se dice que la masturbación sería algo natural en lo que se refiere al autoconocimiento en materia sexual. Surgiría como una de las primeras prácticas sexuales que se dan una vez que el cuerpo empieza a desarrollarse. Permitiría explorar qué le gusta a uno y qué no en materia sexual.
Ahora bien, visto esto así, la masturbación presenta un riesgo importante. En efecto, el placer, por naturaleza, es egoísta, pues lo que uno siente no puede ser transferido a otro. En materia de sexualidad, cada quien experimenta su propio placer. Y no está mal que esto sea así, pues esa es la naturaleza propia del placer. Pero precisamente por eso el placer tiene carácter de medio y no de fin. Solamente usado en orden a sus fines propios puede tener lugar en un acto en el que el centro no esté puesto exclusivamente en lo que uno experimenta.
¿Y cuál es el problema con usarlo de modo egoísta? Con la masturbación, uno “explora” y “aprende”, sí. Pero uno aprende a servirse del placer como un fin, y no como un medio. Y se corre el riesgo de que este sea el tono dominante de la vivencia de la sexualidad. Cuando esto ocurre, los encuentros sexuales que involucran a otras personas se encaran también desde esta perspectiva. Y así, en el encuentro con la otra persona, predomina una actitud utilitaria: el otro es visto como un medio para obtener placer. Y vivir así la sexualidad deja heridas en los otros, y también en uno mismo.
Mito 4: Es beneficioso para la salud
Se dice que la masturbación tendría ciertos beneficios para la salud. Por ejemplo, ayudaría a reducir el estrés, a liberar endorfinas, a quemar calorías, etc. Al respecto, es importante tener en cuenta que los beneficios que se señalan no son beneficios de la masturbación, sino de la vivencia de la sexualidad en general. Uno llega a ellos en virtud del placer que se experimenta, para lo cual, la masturbación no es el único camino, ni tampoco el mejor.
El placer mira principalmente a la satisfacción del cuerpo. Si el ser humano fuera sólo su cuerpo, no importaría tanto el cómo se busca el placer, siempre y cuando las sensaciones fueran intensas. Sin embargo, la experiencia del ser humano indica que, en materia de sexualidad, más no siempre es mejor. No se trata de buscar sentir placer a toda costa. El cómo también es importante.
El ser humano no es sólo su cuerpo, sino que es una unidad de cuerpo y alma. Por su parte, el placer mira sólo a la satisfacción del cuerpo. De ahí que, el placer, buscado sólo por él mismo, puede llevar a una sensación de vacío y frustración. El placer satura el cuerpo, pero por sí solo, no llena a la persona. Por eso, los beneficios del placer no deben ser buscados solamente desde una perspectiva física, como si el ser humano fuera sólo su cuerpo. Es importante que sean buscados desde una perspectiva integral, a la luz de la cual el cómo se consigue el placer también es importante. Y precisamente lo que permite al placer tender hacia el bien total de la persona es su ordenación al amor.
Publicado con algunas modificaciones en Catholic-link.
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