No sé si también te pasa, pero llegó un punto en el que, platicando con una amiga, nos preguntamos cómo es que nos estábamos proponiendo vivir en castidad nuestra soltería y nuestros noviazgos, cuando era tan difícil. ¡A veces hasta parece una locura! Todo el mundo, todos los días, nos decía lo contrario, en todos los medios en los que nos encontrábamos: si no es Instagram, es la fiesta, la universidad, el novio o nuestras amigas… Nosotras sólo éramos jóvenes normales que queríamos disfrutar al máximo nuestra universidad, con un anhelo de ser amadas y de amar. Un día nos prometimos que, por más difícil que fuera, lo íbamos a intentar… E hicimos principalmente estas 4 cosas:
#1 Formar nuestra voluntad
La castidad no es reprimir nuestros impulsos sexuales: es tener la fortaleza de ordenarlos al amor. Y para eso…, ¡necesitamos voluntad! Podemos formarla en pequeños actos: dejar las redes sociales un día, levantarnos en cuanto suena la alarma, no comer postres hoy, ayunar… Todo esto ayudará a formar fortalecerla, para poder orientarla al amor.
#2 Oración y sacramentos
Aunada a tu voluntad, hay una fuerza sobrenatural que nos ayuda a perseverar en la castidad. Ora por ti, por tu pareja, por tu noviazgo y por los frutos de su espera.
#3 Platicarlo con tu pareja (en caso de tener pareja)
Estamos hechos para la comunión. Ese anhelo está presente en nuestro corazón constantemente, y más cuándo amamos a la otra persona. Por eso es importante estar de acuerdo en caminar juntos hacia un noviazgo de castidad. Porque, si ya es difícil ordenar nuestros deseos en todo momento, lo es más aún cuando el otro es el primero que desordena. Por ello, hablen, y sean pacientes: la espera por el otro purifica nuestras intenciones.
#4 Mantenerse ocupado
Mantenerse ocupado y con objetivos ayuda a mantener el enfoque en tus metas. Haz cosas que te acerquen a la relación que quieres tener, o que hagan lo mismo por tu pareja. También contribuye al crecimiento que quieres como persona, sea para ti, si estás en soltería, o para ambos, si estás en pareja.
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Es difícil: nos caemos y nos levantamos. Ahora tanto yo como mi amiga estamos casadas, y podemos decirles que vale la pena. Quiero recordarles que, aunque vivimos en un mundo hipersexualizado, no contamos sólo con nuestras propias fuerzas, sino también con las de Dios.
Por eso, no podemos perder la esperanza: recuerda que tienes inteligencia y voluntad, y que la castidad es una escuela de amor en fidelidad, espera, sacrificio, esperanza, y voluntad. Todo esto, para tu futuro matrimonio, y también durante el mismo. ¡Sí se puede!
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