top of page

Consejos prácticos para vivir en paz



Una vez más, nos ha tocado ser testigos de otra guerra… La angustia y la desesperanza quieren tomarlo todo en estos momentos. Una vez más nos ha tocado bajar la cabeza y darnos cuenta de que, después de todo lo que ha vivido la humanidad, no hemos aprendido nada. Con vergüenza, tratamos de explicar a nuestros hijos lo inexplicable.

Qué justificación se puede dar a la muerte de inocentes, a la separación de familias, a la destrucción, a la desesperación y a toda la injusticia que trae la guerra. Lo que estamos presenciando nos deja a todos impotentes.


No se ustedes, pero cada vez que vemos las noticias acerca de este tema, se despierta en nosotros una pregunta: ¿qué podemos hacer?


¿Hay algo que sí podemos hacer? Y creo que sí lo hay: podemos traer la paz.


Un llamado de paz


De hecho, este es un llamado de paz. No a los políticos, ni a los influyentes, ni a los poderosos. Es un llamado de paz a los padres, a los hijos, a los hermanos, a los amigos, a los novios, a los esposos. Un llamado de paz a los hogares, a los corazones. Después de todo, cualquier guerra ⎯incluso las guerras mundiales⎯ siempre nace de un corazón en guerra.


Así que este es un llamado a traer la paz en aquellos lugares que nos corresponden: nuestros hogares, nuestras comunidades, nuestros lugares de trabajo… Se trata de esos lugares en donde sí podemos actuar, y hacer un gran cambio. Ahí, puertas a dentro, cuando las cosas se pongan tensas, feas, incómodas, difíciles, insoportables, insostenibles…, podemos y debemos ser fuertes y valientes. Fuertes y valientes para hacer lo correcto, aquello que ⎯aunque a veces no tengamos la fortaleza suficiente⎯ sí está en nuestras manos: perdonar y pedir perdón. Este llamado de paz es un llamado a salir de nuestro egoísmo y de nuestro dolor, a romper con tenacidad las barreras del odio y del rencor.


Entre los más cercanos


Es con los más cercanos con quienes nos corresponde enseñarnos los unos a los otros el valor que tienen la vida, el respeto, el perdón, la reconciliación, el amor incondicional y la fraternidad. Es reconciliándonos con los más cercanos como aprendemos y vivimos lo que realmente significa la paz.


Consejos para traer la paz


No se preocupen: sabemos que luego, en la práctica, no resulta tan fácil. Por eso aquí les van unos consejos prácticos para traer la paz y no morir en el intento.


Ante una disputa, busca un momento adecuado, cuando los ánimos se hayan calmado, para hablar acerca del tema.


Escucha al otro con apertura, tratando de ponerte en su lugar.


Ten presente que, cuando herimos a alguien, es porque hemos tocado una vulnerabilidad en la otra persona. Entonces no nos está mostrando resentimiento, odio o ira en primer lugar, sino una vulnerabilidad. Y eso es algo que no se le muestra a cualquiera, por lo que debemos respetar esta vulnerabilidad y acogerla.


No dejes pasar mucho tiempo: cuanto más se tarda, más difícil resulta reparar el vinculo que se ha roto.


No alimentes tu rencor o dolor con chismes, imaginaciones u opiniones de terceros: mejor ve siempre a la persona implicada.


Considera que la paz no es un ente inmóvil que uno consigue entrando en sí mismo o autoconvenciéndose de que “todo está bien”, cuando no lo está. La paz verdadera no quiere evitar problemas o minimizarlos sino que hace todo lo que está en sus manos para sobrepasarlos y resolverlos.


Es muy práctico tener en casa un lugar específico para la reconciliación: se lo puede llamar de varias formas: “la pared de la reconciliación”, “el lugar del perdón”… En nuestra casa lo llamamos “la mesa de la paz”. Allí, los implicados toman un regalo simbólico y se acercan a la mesa. Aquí se entrega el regalo, que ⎯sea el que sea⎯ simboliza su corazón, y luego de que los dos implicados hayan entregado el regalo, hablan de lo que les molestó. Entonces, se escuchan, tratando de entender al otro, en vez de ensimismarse. Y terminan con el perdón. En nuestra mesa tenemos una imagen de Nuestra Señora Reina de la Paz, y es a ella a quien le pedimos ayuda para llevar este momento con fortaleza y caridad.


* * *


Esperamos que estos consejos les sean útiles y que este llamado a la paz verdadera llegue pronto a sus corazones y a los de quienes están a su alrededor. Recuerden las palabras del Señor: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados Hijos de Dios” (Mt 5, 9).



Comments


bottom of page