El amor asociado a la felicidad consiste en buscar el bien del otro antes que el propio, y se acompaña de sentimientos y emociones positivos como la paz, la tranquilidad, la alegría, la confianza… Pero en las relaciones amorosas muchas veces se nos cuelan emociones y sentimientos caracterizados como negativos, porque son desagradables y nos hacen sufrir: el odio, los celos, la envidia, la ira… Uno de esos sentimientos negativos —quizás el que más cuesta reconocer en uno mismo, pues nos hace sentir inferiores— es la envidia.
¿Cómo funciona la envidia?
No podemos confundir la envidia con los celos, pues estos manifiestan el temor por perder el amor de alguien a quien se quiere, ante la llegada de un tercero que le trata bien o por quien muestra interés.
Puntualmente, la envidia se trata de un sentimiento que surge cuando veo en el otro algo que considero bueno y valioso, y deseo tenerlo para sentirme más querido y valorado por los demás. Al envidiar se sufre por el bien ajeno y esto provoca un sentimiento de inferioridad que genera tristeza, frustración, miedo al rechazo, ira… La envidia puede manifestarse también al alegrarme por defectos del otro, que me hacen sentir superior.
Empieza a ser un problema cuando adquiere mayor intensidad o se hace habitual en la relación; así, nos lleva a desear de modo obsesivo las cosas valiosas del otro, y a desanimarnos cuando no se obtienen. En el amor, no podemos ver a la otra persona como una competencia y sufrir por sus éxitos, sino que se busca el bien de la persona amada, y en sus logros baso mi felicidad. Pero, a diferencia del verdadero amor, el amor envidioso es controlador, posesivo y exigente. La persona que envidia busca humillar a la envidiada, pues no soporta sentirse inferior y teme no ser querida por ello.
Actitudes que manifiesta el que envidia
No siempre resulta fácil identificar la envidia en las relaciones, pues adopta formas que dificultan su reconocimiento. Detrás del malestar que producen los logros del otro se esconden problemas de inseguridad y temor al fracaso. Estas son algunas de las actitudes que pueden ayudarnos a detectarla:
- El que envidia procurará obstaculizar los planes del otro, siempre bajo el aspecto de bondadosos consejos. “No dediques tanto esfuerzo a eso porque no te va a salir”.
- Cuando tu pareja te envidia, se convierte en tu peor crítico, y encuentra objeciones a todo lo que haces. Te dirá: “Está bien, pero…”.
- No reconocerá tus logros y minimizará el valor de tus éxitos (“Si tú eres la mejor, eso quiere decir que el nivel no es muy alto”; “Ese premio está bien, pero no tiene mucha repercusión”), haciendo ver que no tienes mucho mérito porque el resultado no ha dependido tanto de ti como de la suerte o de las influencias que tienes (“Supongo que te han dado el trabajo porque el director es amigo de tu familia”). Incluso cambiará de tema para no dar importancia a tu prosperidad.
- Manifiesta un rechazo desproporcionado hacia tus cosas: tu familia, tu trabajo, tus amigos… Para que todo parezca peor de lo que realmente es.
- El envidioso no soporta el éxito, pero disfruta de los errores y fracasos, por lo que los exaltará de forma notoria. Así se sentirá superior.
- Intenta dejar claro públicamente cada vez que puede que no todo en ti son virtudes, y tiende a criticarte sutilmente, utilizando muchas veces la ironía.
Es necesario analizarse, porque la persona envidiosa puede resultar muy tóxica en la relación amorosa.
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