Los métodos naturales son una herramienta para poder entender el cuerpo de la mujer. El Modelo Creighton es un sistema de registro del ciclo femenino, a través del cual uno puede aprender a reconocer los tiempos del ciclo, su fertilidad e infertilidad natural, y los parámetros que indican si un ciclo está funcionando de manera saludable o no.
¿Del matrimonio a la mujer o de la mujer al matrimonio?
Los métodos naturales suelen ser asociados al Método del Calendario, más conocido como “el de los días”. Esta es la primera aclaración: un método natural está basado en el reconocimiento de los eventos biológicos del ciclo; el método del calendario es una estadística basada en la duración de los ciclos, con un cálculo estimativo respecto de la fertilidad. Más allá de si conocemos a alguien a quien le funcione o no, la diferencia esencial entre uno y otro es que un método natural enseña a interpretar al cuerpo, mientras que el método del Calendario sugiere un estimativo.
Los métodos naturales (entre los más conocidos, el Método Billings y el Sintotérmico) están comúnmente asociados a una herramienta pensada para los matrimonios. Durante mucho tiempo, solamente los matrimonios fueron el objeto de enseñanza de este reconocimiento.
Si bien siguen siendo una herramienta valiosa para los matrimonios, cada vez se hace más foco en que la principal y primera beneficiaria del reconocimiento de ciclos es la mujer. La mujer que está en edad reproductiva tiene derecho a saber que ella puede reconocer y registrar los cambios de su cuerpo, obteniendo información que la ayuda a entender los cambios hormonales y cíclicos que la atraviesan.
De la menstruación a la ovulación
Es fácil entender por qué la menstruación se lleva todo el protagonismo a la hora de hablar de ciclos. Es un signo obvio, fácil de identificar, y que cualquier mujer en edad reproductiva asocia con salud. Casi todas las adolescentes llevan un registro, en una aplicación o en su agenda, de los días de sangrado que ocurren. Sin embargo, la menstruación es la consecuencia del ciclo, y no al revés.
La ovulación es el evento principal del ciclo femenino, y es también el más difícil de identificar. Lo curioso y a la vez tramposo de la ovulación es su variabilidad, es decir, que no se puede predecir. Que el tiempo de la ovulación varíe es el factor que hace que todos los ciclos sean distintos. Para ser bien claros: no hay un ciclo igual a otro, ni de mujer a mujer, ni tampoco en una misma mujer. Cada ciclo es un ciclo nuevo.
El desafío está, entonces, en reconocer el tiempo de la ovulación. Una vez que uno reconoce el tiempo de la ovulación, ha superado el desafío más grande. Posterior a la ovulación, por el contrario, es una etapa estable en todas las mujeres. La fase posovulatoria es una fase consistente y mucho más clara de identificar: cada ciclo, la mujer va a verificar que su fase posovulatoria repite la misma cantidad de días (con un margen de +/- 1 o 2 días).
La fertilidad es salud
Pero, ¿por qué es tan importante reconocer el tiempo de la ovulación?
La mentalidad práctica —o algunos dirían “utilitarista”— creería que esta información solo es relevante para quienes buscan un embarazo, o incluso podría ser para quienes busquen evitar el embarazo naturalmente. Sin duda, para aquellas parejas, esta información resulta determinante. Pero la ovulación no debería estar solamente vinculada al embarazo, sino que debería considerarse como signo y causa de salud femenina.
En el proceso ovulatorio se generan las hormonas femeninas estrógeno y progesterona, que no se pueden generar de otra manera. Éstas, son propias de la mujer en edad reproductiva y están involucradas de manera integral en la salud cardiovascular, ósea, la piel y el cabello; influyen en el estado de ánimo y también afectan al metabolismo y al colesterol de la sangre. Gracias a la acción de los estrógenos, los niveles de colesterol se mantienen bajos e inducen la producción del “colesterol bueno”.
El ciclo es parte normal y buena de la salud de la mujer, y debemos entender la fertilidad como algo sano y bueno para poder llegar a integrar el alcance de la ovulación. Ser fértil es saludable para el cuerpo, y la fertilidad se da en un cuerpo sano.
Una educación sexual que integre, y no que inhiba
Si la fertilidad es saludable y la ovulación produce hormonas femeninas, ¿qué sucede con los anticonceptivos hormonales?
La educación sexual está siendo continuamente revisada. Debemos entender la oportunidad que tenemos para educar hacia la integridad: una educación que permita a la mujer conocerse. Cuesta creerlo, pero la mayoría de las mujeres cursa sus ciclos con la información mínima o errónea sobre su propio cuerpo. La información más difundida de lo que sucede en un ciclo, es la idea de “28 días, con la ovulación el día 14”, que resulta fácil para explicar en un manual, pero ineficaz para tratar de entender el propio cuerpo. De alguna manera, vivimos en un cuerpo al que somos ajenas.
La educación sexual vigente pareciera hacer un listado de las ofertas de los anticonceptivos disponibles, y si nos sinceramos, la mayoría funcionan inhibiendo la ovulación. Desde el DIU de cobre o el DIU hormonal, las pastillas anticonceptivas —en cualquiera de sus combinaciones— el chip o implante, pasando por el diafragma, hasta el parche, son todos anticonceptivos hormonales. Esto quiere decir que introducen hormonas artificiales que confunden al cuerpo, con lo cual logran inhibir la ovulación. Solamente el preservativo de látex es un anticonceptivo no hormonal, que no afecta la salud.
Los anticonceptivos tendrán nuevas versiones, con diferentes combinaciones hormonales, según se vayan modificando. Sin embargo, si deseamos una verdadera educación sexual, debemos enseñarles a las chicas que sus cuerpos no son una zona desconocida. Si quieren que puedan elegir en libertad tomar o anticonceptivos no tomarlos, no se trata tanto de enseñarle las ofertas, sino de mostrarles cómo funciona su cuerpo.
Solamente quien sabe y conoce su cuerpo entiende el costo de un anticonceptivo hormonal y lo que está en juego. Solamente quien entiende la importancia de la ovulación, la fertilidad como salud, la implicancia de las hormonas en su cuerpo, puede realmente entender el mecanismo de acción de cualquier prospecto de anticonceptivos, los actuales, o los que se puedan llegar a producir.
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Enseñar el valor del cuerpo y su funcionamiento es enseñarle a la mujer el reconocimiento del valor que tiene como persona. La salud y el cuerpo no son anexos que prendemos y apagamos a gusto del consumidor, sino parte integral de nuestro ser persona. Y enseñar a reconocerlo es una manera concreta y real de valorar al cuerpo como parte de nuestra persona, y no como un objeto de valor según su apariencia o su utilidad práctica. El reconocimiento de ciclos es una herramienta de conocimiento y de apreciación personal que sin dudas vamos a ver crecer en los próximos años.
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