Hace no muchos años, apenas se sabía acerca de la fertilidad humana, y difícilmente las parejas sabían cuándo podía llegar un embarazo. Sin embargo, hoy en día, esto es posible, ¡y también indispensable! En este artículo te contamos acerca de los métodos de reconocimiento de la fertilidad.
El desarrollo de los Métodos en la historia
En los años 20, ya se sabía cómo era la ovulación, el evento realmente más importante del ciclo, y, sin embargo, la mujer no podía saber cuándo iba a acontecer. Solo se tenía la certeza de que entre la ovulación y la posterior menstruación transcurrían aproximadamente dos semanas, pero el tiempo desde la regla hasta la ovulación estaba siempre en el aire. Preguntas como “¿cuánto se tarda en ovular una vez que termina la menstruación?”, “¿qué día es la ovulación?”, “¿cuándo empieza y cuándo acaba la ventana fértil?” o “¿cuándo podemos quedarnos embarazados?” no tenían respuesta. En esta situación, para gestionar de algún modo la fertilidad, se aplicaban cálculos según las duraciones de los ciclos, cosa que hasta cierto punto funcionaba bien, pero solo si se tenían ciclos perfectamente regulares. ¡Me imagino a los matrimonios jugando a acertar!
La temperatura corporal basal se empezó a utilizar en los años 30. Esta ayudaba a confirmar que la ovulación había tenido lugar por la subida térmica mantenida —que se debe a la progesterona, hormona ovárica producida por el ovario durante toda la fase posovulatoria, y que al influir sobre el centro termorregulador del cerebro hace que ascienda la temperatura corporal basal—. Esta información resultó en verdad útil, pero seguía sin ofrecer la ventana de fertilidad completa —porque no somos fértiles únicamente mientras ovulamos, sino varios días antes de la ovulación—.
No fue hasta los años 50 cuando se comenzó a investigar el moco cervical, el indicador de fertilidad por excelencia. Le debemos mucho, muchísimo, a los doctores Billings, al profesor Odeblad y al doctor Brown, entre otros. Sus investigaciones pusieron luz a la relación directa que existe entre la ventana de fertilidad de la pareja y los distintos tipos de moco cervical que produce el cuello del útero durante cada ciclo. Lo mejor fue descubrir que cualquier mujer podía observar y reconocer estos cambios de forma autónoma.
¿Es importante reconocer los indicadores de la fertilidad?
Nunca estaremos lo suficientemente agradecidos por toda aquella dedicación, apoyada en una evidencia científica brutal, y que dio lugar a lo que hoy en día llamamos los Métodos de Reconocimiento de la Fertilidad. Somos muchos los profesionales que nos dedicamos a su enseñanza en todo el mundo, y, gracias a las tecnologías avanzadas, cualquiera puede acceder al aprendizaje del método, y utilizarlo de forma sana y eficaz.
Qué gran suerte tenemos de contar con tan buena información a nuestro alcance. Podemos aprender a reconocer patrones de moco fértil e infértil, el día pico de la ovulación, la subida térmica que la confirma, ¡toda la ventana fértil! Además, si hiciera falta y gracias al avance científico en fertilidad, tenemos acceso a ecografías, analíticas hormonales y diversas pruebas diagnósticas, para descartar patologías o problemas para poder tener hijos…
Y, sin embargo, ¡seguimos jugando a adivinar la fertilidad! Sabiendo que la ovulación es signo de salud, que los ciclos irregulares pueden esconder alteraciones…, no le damos importancia. Estos métodos continúan siendo muy desconocidos, y para muchos resultan algo imposible, ineficaz, inalcanzable o irrisorio.
Dedicamos horas a mirarnos en el espejo, a pesarnos en una báscula, a cuidar la dieta, a hacer deporte, todo para estar mejor con nosotros mismos y con los demás. Pero seguimos sin caer en la cuenta de que la fertilidad es parte de uno mismo, y que todo autoconocimiento va a ser una ganancia y una riqueza. No solo para la mujer, sino para —en caso de que la haya— la vida en pareja. La fertilidad no es solo pensar en “hijos sí” o “hijos no”: afecta a todo nuestro ser, en lo físico, afectivo y sexual. Los cambios de humor, el cansancio, el rendimiento intelectual y el deseo sexual están muy relacionados con el momento del ciclo.
Quizá porque nos da pereza dedicar tiempo al autoconocimiento, o porque nos cuesta hacernos con la responsabilidad consciente de un nuevo hijo, rehuimos de la información que va a condicionar nuestras relaciones sexuales. No nos olvidemos de que el uso de estos métodos es cooperativo: esto significa que el hombre se involucra, y vive el misterio de la vida junto con su mujer.
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La fertilidad no se puede predecir, no se puede "jugar" con ella. ¡La fertilidad se aprende a querer observándola y conociéndola! Nuestro cuerpo, parte inseparable de nuestro ser, está continuamente expuesto a lo inesperado. Y, sin ánimo de creernos dueños de la vida, tenemos el poder de gestionarlo. Y, cuando llegue el momento de entregarnos a nuestro cónyuge, lo querremos hacer por entero, tanto él como ella. Esa entrega, más si es en el abrazo conyugal, incluye necesariamente el cuerpo. Y, ¿cómo lo vamos a entregar si primero no lo aceptamos y conocemos tal cual es?
Si te interesa saber más sobre estos temas o por alguna duda, puedes buscarme en Instagram: @evacorujo_letyourselves
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