Uno de los problemas más habituales en las relaciones es la confusión entre el amor y la amistad. El amor es un sentimiento que puede crecer de forma gradual a partir de la amistad. En muchos casos, no es recíproco y, mientras uno se ha enamorado, el otro siente un amor de amistad. Por ello, sus expectativas van a ser también diferentes.
Puede no resultar fácil diferenciar cuándo lo que se siente es amistad, y cuándo se trata de un sentimiento de amor romántico. En muchos casos, se trata del amor que es propio de la amistad, y nada más. Y puede ocurrir también que exista atracción física, pero que no haya intención de formalizar una relación amorosa. En cualquier caso, la frontera entre la amistad y el amor es muy fina y fácil de traspasar.
Señales que te delatan
Hay señales que te permiten darte cuenta de que podrías estar enamorándote de un amigo. Tal vez echas al otro de menos cuando no está, o sientes que estás pensando constantemente en él, y te sabe a poco el tiempo que compartes. También te delatan la necesidad de mayor intimidad e insatisfacción afectiva ante el deseo de querer más de lo que tienes, la aparición del deseo físico, el sentimiento de celos al verlo con alguien más, o el dolor cuando te cuenta sus historias amorosas.
La regla de la “doble P”
Cuando te enamoras de un amigo, tus sentimientos han cambiado. Es necesario estar muy seguro antes de manifestar lo que se siente, porque existe el peligro de que la falta de correspondencia suponga el final del amor y de la amistad. Antes de tomar ningún tipo de iniciativa te propongo la regla de la “doble P”: prudencia y paciencia.
Necesitas prudencia a la hora de manifestar tus sentimientos, pues esas emociones pueden cambiar… y te arrepentirás de haberlas hecho explícitas. El enamoramiento es un sentimiento involuntario y, como todo sentimiento, oscilante; puede aparecer y desaparecer a lo largo del tiempo. Mientras tanto, es necesario y prudente mantener la amistad. A la hora de tomar la iniciativa de manifestar nuestros sentimientos, el riesgo de perder la amistad es el principal freno.
Paciencia. Hay que saber esperar, y no precipitarte a la hora de comunicar tus sentimientos. Esperar tiene que ver con los tiempos, y, en el amor, los tiempos no los marcas tú: están también el otro y sus circunstancias. El tiempo que el otro necesita para madurar sus sentimientos, y la situación, el contexto en el que se encuentra. El amor necesita madurar; cuando haya madurado, se sabrá el resultado.
Y ahora, ¿qué pasará?
No puedo prever ni exigir cuál será la reacción de la otra persona. Puede no sentir lo mismo, y que a partir de ahora le resulte muy difícil tratar contigo. Puede que, al enterarse, te transmita su no correspondencia, pero que sea capaz de seguir tratando contigo con normalidad —¡y esto ahonda la herida!—. Puede que no sintiera nada, y que ahora, al enterarse, se sienta forzada a probar. Pero también podría ser, que, en el mejor de los casos, exista correspondencia y se inicie una bonita relación. ¡Todo es posible!
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La amistad previa es una ventaja en la relación, ya que se parte de un buen conocimiento mutuo, pilar sólido para una relación amorosa. Cultivar la amistad puede hacer surgir la atracción física y el enamoramiento, y plantearse así una relación como pareja. Para no confundir la amistad con el amor, no olvides la regla de La doble P: Prudencia y Paciencia. ¡Funciona!
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