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¿Estás conociendo a alguien? 5 consejos



Cuando decimos que estamos “saliendo” o conociendo a alguien, hacemos referencia a la etapa previa al noviazgo, en la cual aún no hemos asumido el compromiso propio de la relación, pero en la cual tampoco podemos afirmar que nuestra intención es la de ser solo amigos. Dado lo importante que es esta etapa, quisiera compartirte algunos consejos que podrán ayudarte a sacarle el mejor provecho posible.



Ni fingir, ni idealizar: conocer


Decir que “nos estamos conociendo” debe ser realmente eso: un conocimiento mutuo. En esta etapa es vital que dispongamos los medios para realmente conocer a la otra persona. Es importante también que permitamos al otro conocernos, no a través de una falsa imagen, no como queremos que nos perciba para atraer su atención y gustarle. Por el contrario, mostrémonos auténticos y sinceros.


Exponernos a ser vulnerables ante el otro, siempre con prudencia y discernimiento, implica también asumir al otro tal cual es, sin idealizarlo o cargarlo con nuestras expectativas acerca de quién puede llegar a ser, sino estando atentos a todo lo que nos revela quién realmente es. Solo en la sinceridad del mutuo conocimiento progresivo podremos realmente reconocer si el otro es una persona idónea para entablar una relación afectiva.


Evita citas distractoras


Como el objetivo fundamental de esta etapa es el mutuo conocimiento, es importante no dejarnos llevar únicamente por la emoción de compartir experiencias con esta persona: en el noviazgo podrán construir y compartir muchas experiencias juntos. En las primeras citas, procuren evitar situaciones distractoras que impidan entablar conversaciones que son necesarias y vitales para el discernimiento inicial; más bien, busquen escenarios de citas que les permiten entablar diálogos profundos. El cine, los museos, las discotecas, los bailes o las cabalgatas pueden esperar para ser disfrutados en etapas posteriores de la relación.


Reevalúa con antelación tus “no negociables”


Un error demasiado común es apresurarnos a entrar en relaciones de pareja por el deseo de evadir la soledad, por escapar de situaciones personales o por pretender que alguien más llene los vacíos de nuestro corazón. En estos casos, resulta muy fácil ceder los puntos no negociables, los principios propios y las convicciones, para conseguir la relación o para conservarla. Por el contrario, para mantenerse fiel a las propias convicciones es importante conocerlas primero, y reevaluar aquello que no estamos dispuestos a negociar durante una relación.


Preguntar a tiempo te ahorra tiempo


El diálogo es vital en las etapas iniciales. Muchos sufrimientos de las parejas que tienen años juntas vienen porque consideran que hay aspectos del otro que no conocían y que, si los hubieran conocido a tiempo, no habrían aceptado en el compromiso de una relación. Ser claros desde el principio sobre nuestras expectativas —¡y hacer las preguntas difíciles a tiempo!— nos ahorra tiempo a los dos.


No te saltes etapas


Tenemos una fuerte tendencia a saltar etapas, por el afán de amar. Pretendemos dejarnos guiar sólo por la emoción, por la idealización del amor romántico y por las pasiones. Construir la intimidad desde una sólida amistad, buscar el conocimiento muto con paciencia y cuidado, entrando respetuosamente en la vida del otro y dejando poco a poco al otro entrar en el terreno sagrado de nuestra vida, requiere tiempo. El tiempo de las etapas iniciales es el que menos aprovechamos, pero el más provechoso para construir los cimientos sólidos de una futura relación sana.


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La etapa inicial de una relación es fundamental dentro del proceso de discernimiento. ¡Espero que estos consejos te hayan ayudado!




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