Cuando uno regala, no sólo entrega algo, sino también dice algo, aunque sin palabras. Sin embargo, lo que uno dice con ese regalo no siempre es significativo para quien lo recibe. ¿Qué hace que un regalo realmente lo sea?
Signos y símbolos
Un signo es una realidad que remite a algo adicional. Para quien lo ve, tiene un significado que va más allá de la cosa misma. Por ejemplo, la luz roja de un semáforo es un signo. Quien lo ve, no piensa sólo en el color rojo, sino que percibe un significado adicional: “detenerse”.
Así como el semáforo, están también las señales de tránsito, los carteles que marcan reglas de convivencia (“no fumar”, “prohibido tomar fotos”, etc.), y muchos otros. Pero, más allá de su diversidad, lo que es común a todos los signos es que transmiten un mensaje dirigido sólo a la inteligencia. Buscan que, quien los percibe, sepa algo.
Los símbolos son también signos, pero de un tipo particular. También son realidades que remiten a algo adicional, pero no se dirigen sólo a la inteligencia, sino a la persona en su totalidad. Impactan en la inteligencia y también en el corazón. Por ejemplo, una rosa es un símbolo. Quien la entrega, no sólo transmite un mensaje intelectual —“te amo”—, sino que busca suscitar también un sentimiento. Si el destinatario se queda sólo en lo intelectual, el símbolo no cumplió su función.
Regalos: ¿signos o símbolos?
Hay muchas formas de transmitir un mensaje. Uno puede usar palabras, pero también acciones o gestos. Y un gesto concreto puede ser un regalo.
En general, los regalos suelen ser símbolos, pues la respuesta que suscitan no es sólo intelectual, sino también afectiva: uno se siente bien recibiendo regalos. Sin embargo, los sentimientos que se generan no siempre son positivos.
No da igual que en el trabajo se premie el desempeño regalando un fin de semana en un hotel all inclusive que con una canasta llena del merchandising que sobró de la última campaña. Tampoco da igual comprar a cada sobrina y sobrino algo distinto por navidad que comprar regalos unisex y dar a todos lo mismo. Mucho menos da igual regalar a la pareja de uno una cena en su restaurante favorito que un kit de limpieza para el hogar por su cumpleaños. En todos estos casos, la respuesta emocional es diferente.
Los mejores regalos
Para que un regalo sea un símbolo que transmita de manera exitosa un mensaje positivo —a nivel intelectual y afectivo— es importante que éste cumpla con dos condiciones. En primer lugar, debe ser significativo para la persona que lo recibe. Mucha gente hace regalos pensando en lo que a uno le gusta, y no en lo que puede resultar valioso para la otra persona.
En segundo lugar, mientras uno más pone de uno mismo en el regalo, más significativo es para la persona que lo recibe. Esto no quiere decir que las cosas hechas a mano sean per se más valiosas, pues esta no es la única manera de demostrar que uno ha puesto algo de sí. Por ejemplo, el tiempo y esfuerzo que uno invierte para averiguar —o recordar— lo que más le gusta a la otra persona ya hace que ese regalo sea significativo. El punto es no sólo dar. Mientras uno más se da en eso que entrega, se dota al regalo de un mayor valor.
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