“Sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos”
Esto escribió Antoine de Saint-Exupéry en su famoso libro El Principito. Quizás se trate de una frase cliché, pero es hermosa, y encierra en sí una de las claves para entender la vida como algo más profundo de lo que aparentemente vemos.
Es cierto que no tenemos superpoderes para leer las mentes, los corazones y las intenciones de las personas que nos rodean. Pero, cuando no ahondamos en las relaciones con los demás, podríamos quedarnos fácilmente con una falsa idea preconcebida de lo que creemos que es el otro.
Aquí te voy a dar algunas ideas para que no te dejes llevar por lo que superficialmente ves en otros, y también para que la autenticidad sea una bandera en tu vida. La primera, para que aprendamos a ver con claridad, es decir, con el corazón; la segunda, para que quienes te conozcan se lleven desde el primer momento una versión real de quién eres.
¡Etiquetados!
Nos gusta que nos “etiqueten” en una foto, en una publicación o en un comentario; sin embargo, las etiquetas también son conocidas como estereotipos que generan prejuicios de las personas. Y, aunque no nos gusta que nos piensen de forma negativa, tampoco está cool que, cuando aún no nos conocen, pongan un montón de expectativas sobre nuestros hombros.
No podemos evitar que otros lo hagan, pero sí podemos trabajar en no hacerlo nosotros. Para esto te voy a dar una fórmula: cuestiona, conoce y ponte los ojos de Jesús. ¿Cómo es esto? He aquí las tres claves:
#1 Siempre cuestiona lo que ves
No te quedes con la primera impresión o con percepciones que tienes de los demás. Quizás descubras que lo que pensabas, no era tan cierto como parecía.
#2 Regálate la oportunidad de conocer
Nada mejor que descubrir el corazón de los demás. Con buenas conversaciones y tiempo de calidad, te darás cuenta de que quizás termines siendo gran amigo de quien nunca esperaste serlo.
#3 Piensa siempre en cómo miraría Cristo a los demás
Quizás sea la parte más difícil de la fórmula, pero cuando recordamos que Dios nos ha mirado con bondad, será más fácil empezar a hacer lo mismo con quienes nos rodean. Finalmente, de eso se trata ser cristianos.
¡Quítate los filtros!
Así como es importante trabajar en no quedarte con lo que percibes de los demás, también lo es trabajar en que los demás te conozcan tal y como eres. Hace pocos días, en una conversación, llegué a la conclusión de que la peor inversión que podemos hacer es mostrarnos de una manera, cuando realmente somos de otra. Ser auténticos es un regalo que nos hacemos a nosotros, pero también es ser honestos con los demás.
¿Por qué hacerlo? Te voy a dar dos razones. La primera es que, quien te quiera, te va a querer a ti y no a la versión construida que al final del día no eres. La segunda, que ser auténtico te hace libre y —en un mundo que nos quiere esclavos de tantas cosas— ser tal y como somos, constituye una verdadera revolución.
* * *
Para terminar, te quiero contar algo. Estoy casi segura de que Antoine de Saint-Exupéry leyó a San Pablo en su Carta a los Corintios porque fue él quien primero tuvo la idea de ver con el corazón: "No ponemos nuestros ojos en las cosas visibles, sino en las invisibles; pues las cosas visibles son pasajeras, mas las invisibles son eternas” (2 Cor 4, 18).
Por lo tanto, que “ver con el corazón” sea un estilo de vida y nos ayude a tener los ojos fijos en lo que es eterno.
Si deseas conocer un poco más de mí, puedes buscarme en Instagram: @mydailydate
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