Por: María del Castillo*
“Me da mucha pena ver las consecuencias de tener que llevar mascarilla, ya no veo las expresiones de la gente, ni puedo abrazar… No quiero que nos deshumanicemos”.
Esta frase expresa algunas de las muchas preocupaciones que se tienen actualmente: las consecuencias del uso de las mascarillas o de tener que guardar distancia social. Es algo que muchos creen que está limitando la forma de relacionarnos y comunicarnos con otros: “¿Hasta cuándo estaremos así?”, “¿Nos convertirnos en seres asociales?”, “¿Qué les estamos enseñando a nuestros hijos?”
Los cambios generalmente nos asustan, porque nos hacen perder nuestra sensación de control y seguridad. Somos seres de rutinas y hábitos, por eso nos es comprensible que nos cueste adaptarnos a la nueva situación de pandemia. Y no es de extrañar: estamos acostumbrados a vivir sin este tipo de restricciones, que nos obligan a comunicarnos y relacionarnos de una forma muy acotada: online, por teléfono, por mensaje…
Sin embargo, el ser humano ha demostrado a lo largo de la historia que también es capaz de adaptarse y de evolucionar. Por eso, esta situación puede convertirse en una oportunidad de crecimiento para innovar y desarrollarnos.
La resiliencia es una de las principales herramientas durante la pandemia. La resiliencia es la capacidad de adaptación de los seres humanos a situaciones adversas. Situaciones de las que, posteriormente, salen fortalecidos.
¿Qué nos hace resilientes?
Nos hace resilentes la capacidad de amar. Porque cuando yo amo, puedo ser capaz de salir de mi zona de confort, por amor al otro.
Nos hace resilentes la capacidad de pensar y razonar. Porque, desde el razonamiento, soy capaz de atravesar situaciones que me provocan emociones dolorosas o difíciles, y de sobreponerme a ellas.
Estas dos capacidades están siendo fundamentales, especialmente, en este tiempo. El amor a los demás nos ha hecho salir adelante ante la pandemia, nos ha hecho seguir buscando fórmulas para relacionarnos de forma que hagamos sentir a nuestros seres queridos nuestro amor de la mejor manera posible.
Por otro lado, aunque las noticias puedan parecer inicialmente alarmantes, podemos ponderar y relativizar la información que nos llega, para no preocuparnos más de la cuenta.
¿Volveremos a recibir amor a través del contacto físico?
Por supuesto que sí. La experiencia histórica nos enseña que la humanidad ha salido adelante después de numerosas situaciones de crisis que parecían insuperables. Esta vez no tiene por qué ser la excepción.
Muchos países están dedicando esfuerzos a encontrar la vacuna y, entre las noticias que invitan a la prudencia a los ciudadanos, también escuchamos informaciones esperanzadoras sobre próximos remedios y soluciones que nos devolverán a la normalidad.
Hasta que eso llegue, tenemos a nuestra disposición múltiples alternativas: los medios tecnológicos, las visitas con mascarilla y distancia social, llamadas telefónicas, los saludos con el codo…
La gran ventaja de luchar por ser resilientes ante las dificultades es que, además, desarrollamos virtudes y fortalezas fundamentales para el ser humano: entre otras, confianza, paciencia y templanza. Todo ello, manteniendo la esperanza de que, más pronto que tarde, volveremos a abrazarnos.
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*Psicóloga y conferencista. La encuentras en @mariadelcastillo.es
Este artículo fue publicado originalmente con algunos cambios con el título: Sin abrazos ni besos, ¿volveremos a lo de antes?
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