Una de las principales causas de fracaso en un matrimonio, o incluso con los hijos, es la mala comunicación. ¿Por qué ocurre esto?
Estrategias conflictivas
Bueno, de hecho, lgunas de las estrategias que más utilizamos para comunicarnos son las que llevan a un fracaso seguro y a grandes conflictos. Estas son algunas de ellas:
Puntualizar: Especificar a la pareja cómo debe ser todo, como si se tratara de un método científico. Aquí se racionaliza todo, como si pudiera ser programado, con frases como “pero tienes que hacerlo de esta forma”.
Recriminar: Enfatizar las culpas de la pareja, haciéndola sentir condenada y juzgada, como si se tratara de un contexto judicial.
Echar en cara: Es un acto de victimización constante, donde se le acusa a la pareja de nuestro sufrimiento por sus acciones.
Sermonear: Criticar el comportamiento del otro con base en lo que se considera correcto o incorrecto, justo o injusto.
Frases tipo “Te lo dije”: Hacer sentir a la pareja que cometió errores por no haberle hecho caso o no haberle escuchado.
Frases tipo “Lo hago solo por ti”: Hacer sentir en deuda al otro por haber hecho algo por él. En algunos casos, se trata de una ayuda que ni siquiera nos pidieron, sino que la dimos porque nos nació, pero luego se la echa en cara.
Frases tipo “Deja, yo lo hago”: De nuevo, se trata de una ayuda no requerida, que hace sentir a la otra persona incapaz de hacer las cosas.
Reprobar: Se envía un doble mensaje, por ejemplo, “lo hiciste bien, pero podrías hacerlo mejor”. Esta forma de comunicación suele crear problemas donde no los había.
Todas estas estrategias, aunque vienen de buenas intenciones, suelen generar el efecto contrario a lo que buscamos. En vez de surgir sentimientos de comprensión o arrepentimiento en el otro, surgirán sentimientos de rabia y rebeldía, contraataques y victimización. Y esto empeora por el hecho de que pasamos de una a otra y las usamos reiteradamente.
¿Cómo mejorar tus estrategias de comunicación?
Ahora te voy a contar algunas formas más adecuadas de comunicación, con las que las anteriores pueden ser sustituidas:
Preguntar, antes que afirmar: Se trata de iniciar preguntando por la opinión del otro sobre el tema de discusión, dando opciones de respuesta que guíen la conversación hacia donde se desea. Por ejemplo: “Últimamente no me prestas mucha atención, ¿es porque cometí algún error o te pasó algo?”. Así, no se culpa ni se provoca a la otra persona, sino que se busca la comprensión del problema y se abre la puerta al diálogo. No se trata de vencer al otro, sino de vencer juntos.
Pedir confirmación antes que sentenciar: Resumir las respuestas obtenidas por parte de la pareja, después de haber realizado varias preguntas, para hacerle ver que ha sido entendido. Puedes decir algo como “Si te entiendo bien, lo que me quieres decir es que, cuando salimos, sientes que no te doy tu lugar frente a los demás, ¿es así?”. Así, se genera un acuerdo entre ambos, y se marcha en la misma dirección.
Evocar antes que explicar: Se trata de evocar sentimientos, es decir, no sólo de describir racionalmente nuestros sentimientos, sino de hacerlos sentir. Por ejemplo, en lugar de decir “Esto me da rabia”2, podemos decir “Me provocas un gran dolor, como una puñalada por la espalda, y me dan ganas de herirte también”.
Actuar antes que pensar: ¿¡Qué!? ¿No es al revés? Esto no quiere decir que debamos actuar impulsivamente, sino que la experiencia demuestra que el hecho de entender mi mal actuar no implica poder dominarlo. Por eso, para obtener cambios no basta entender racionalmente, sino ser capaz de actuar diferente. Este paso consiste en llevar a la acción los acuerdos logrados con la pareja, sin quedarse pensándolos eternamente.
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Es importante que, mientras usamos estas estrategias, aceptemos abiertamente el punto de vista del otro, haciendo que no se sienta juzgado, sino aprobado, aún si estamos en desacuerdo. Por ello, la humildad juega un papel primordial en el éxito de la comunicación de pareja.
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