En muchas ocasiones, la elección de pareja provoca conflictos con la familia y un distanciamiento con los padres. La influencia de los padres en la elección de pareja y en la evolución de los noviazgos es incuestionable, pero ellos mismos no suelen ser plenamente conscientes de ello.
Intervención de las familias
Esta se puede dar de dos modos:
#1 Indirectamente
El principal referente que tenemos para establecer relaciones amorosas es el trato que hemos recibido de nuestros padres, y el ejemplo que nos han transmitido con su relación. El modelo que adoptaremos será similar —o muy diferente, si lo que intentamos proyectar es lo contrario.
#2 Directamente
Manifestando sugerencias. Lo que la familia manifiesta como deseable influye de alguna manera en la elección de novio/a.
La elección en el amor es personal y libre, pero esto no es incompatible con escuchar consejos relevantes para gestionar esa decisión, principalmente los de la familia —y, en concreto, los de los padres, que son quienes mejor conocen a sus hijos y sienten por ellos un amor incondicional—.
Un punto clave: la edad
A la hora de opinar sobre la elección en el noviazgo es importante tener en cuenta la edad de los hijos.
En la actualidad, las relaciones adolescentes empiezan cada vez más temprano, en un momento en el que falta madurez suficiente para tener un criterio acertado. Además, el enamoramiento nubla la inteligencia, sin una voluntad formada que controle las emociones. El noviazgo es una de las primeras manifestaciones de autonomía en relación con la familia, y oponerse a la opinión de los padres supone un motivo de rebeldía. El peligro de equivocarse al elegir es mayor, y los jóvenes se embarcan en relaciones afectivas que pueden resultar muy perjudiciales.
Los padres, en estas edades, tienen el derecho y el deber de velar por la integridad moral y física de sus hijos, en un periodo en el que estos se hallan formando su personalidad e identidad. Para eso es necesario conocer y tener en claro si la relación es beneficiosa, o si se trata de una relación tóxica para sus hijos. Sin embargo, el hijo adolescente puede vivir los consejos o advertencias como una limitación y falta de comprensión.
En el caso de hijos más mayores, los padres también tienen un papel importante a la hora de aconsejar. Tanto los padres como los hijos tenemos que ser conscientes de que el enamoramiento distorsiona la realidad en el cerebro enamorado. Por este motivo, los padres deben ser prudentes y pacientes —sabiendo que no es fácil que los hijos cambien de opinión—, y los hijos deben ser conscientes de que esta idealización existe, y de que necesitan apoyo para ser más objetivos.
¿Qué es lo que no nos gusta?
En ocasiones, llegan a la vida sentimental de los hijos personas que a los padres no les gustan. Es importante preguntarnos los motivos por los que no nos gustan.
Puede ser que no responda a las expectativas del modelo que esperábamos para nuestros hijos: forma de vestir, estudios, nivel de educación, imagen… Seamos honestos: todos los padres esperamos mucho para nuestros hijos, y es importante detectar nuestros prejuicios. Hay que analizar qué aspectos no podemos pelear, y tener en cuenta que padres e hijos podemos diferir en gustos y prioridades.
O puede que se considere que se trata de una pareja tóxica. Si la relación puede poner en riesgo real —alcohol, drogas, actos delictivos…— a un hijo nuestro, es necesario actuar con rotundidad.
Evitar el enfrentamiento
Muchos especialistas coinciden en afirmar que los padres tienen la obligación de dar a los hijos razonamientos que les hagan ver aspectos de los que quizá ellos no se han dado cuenta, para ayudarles a pensar. La experiencia demuestra que enfrentarse a la relación no sirve de nada. Las prohibiciones no funcionan, porque recurrirán a la mentira y a la clandestinidad; así, la relación cogerá más fuerza. Se puede producir el síndrome Romeo y Julieta, que consiste en que la oposición de los padres lleve a estrechar más la relación que se ha prohibido como confirmación de su autonomía
Es importante hablar con tranquilidad con los hijos, aconsejar con cariño, sin imponer, sin descalificaciones y juicios sobre la pareja, porque esto podría provocar el efecto contrario, estrechar el vínculo con su amado y el distanciamiento con sus padres. Desde la serenidad será más fácil mostrarnos empáticos y hacer ver que entendemos lo que está sintiendo, sus emociones y pensamientos, y así poder expresar nuestras dudas e inquietudes. Sentirse comprendidos les predispone a la escucha, y así nos darán más información, y nos buscarán cuando necesiten ayuda. Los límites son más efectivos desde el amor que desde el enfrentamiento y el autoritarismo.
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Es importante en estos periodos acompañar, hablar con los hijos y conocer a sus novios, pues de este modo se tiene información válida para facilitar las herramientas adecuadas con el fin de que comentan menos errores, y puedan formar un criterio para saber si la relación lef conviene o no.
La opinión de la familia es importante y necesaria a la hora de analizar la conveniencia de una relación de sus hijos, pero no es determinante en la toma de decisiones, porque esta elección es una decisión personal y libre.
Para más información, puedes buscarme en Instagram: @natbarcaiz
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