Cuando hablamos de fertilidad, abundan los mitos, las creencias y la superstición. ¿Quién no estuvo en una conversación con amigos donde todo lo que se discutía sobre fertilidad carecía de conocimiento científico? En este artículo, vamos a tratar de recoger los 4 errores más comunes respecto de la fertilidad.
Error 1: Los anticonceptivos nunca fallan
Este error quizás es el más común, y puede ser el más tramposo, porque mezcla la verdad con el mito. Los anticonceptivos —llamados “modernos” (preservativos, anticonceptivos hormonales), dispositivos, y quirúrgicos— tienen una tasa de efectividad que nunca es del 100%. Esto quiere decir que, incluso utilizando el método acorde a las instrucciones, se producen embarazos.
La tasa de efectividad es algo comúnmente olvidado, asumiendo la imposibilidad biológica de que un embarazo se produzca. Pero esto no es así. Los métodos anticonceptivos tienen un porcentaje de falla. Dicho de otra manera, a veces no pueden impedir el funcionamiento normal del cuerpo. Quien sea sexualmente activo debe asumir que el embarazo es una posibilidad real, dado que hay embarazos documentados incluso con ligadura de trompas de Falopio.
Error 2: La primera relación sexual no puede producir un embarazo
La posibilidad de embarazo depende de la salud y del tiempo. El embarazo depende estrictamente de la oportunidad que tenga el espermatozoide de poder encontrar un ovulo maduro, es decir, un ovulo “fecundable”. Si estas condiciones están dadas, nada impide que un embarazo ocurra. La idea de que esto no puede darse en la primera relación sexual es simplemente insostenible desde el punto de vista biológico.
Algunos creen que la primera relación sexual no siempre se logra de manera completa. Es decir, que no se logra la eyaculación en el canal vaginal, y de ahí la dificultad de que se produzca un embarazo. Sin embargo, como veremos en el siguiente punto, incluso si la relación sexual no es completa, hay posibilidad de embarazo.
Error 3: Los espermatozoides se encuentran solamente en el fluido seminal
La presencia de espermatozoides en la eyaculación ronda los 250 millones, pero se necesita uno solo para lograr la fecundación del ovulo. El líquido pre-seminal es un líquido, previo a la eyaculación que muchas veces pasa inadvertido. Sin embargo, puede contener presencia de espermatozoides. Esto quiere decir que el líquido pre-seminal debe ser considerado fértil.
Cuando la mujer se encuentra fértil, su canal vaginal se transforma en un ambiente propicio para la supervivencia de los espermatozoides, logrando un tiempo de supervivencia de entre 3 y 5 días. El canal vaginal, fuera del tiempo de fertilidad, es un ambiente hostil, en el cual el espermatozoide solamente sobrevivirá algunas horas. Para ponerlo en una idea: en tiempo de fertilidad, el cuerpo de la mujer provee lo necesario para la supervivencia del espermatozoide; fuera de este tiempo, el espermatozoide muere.
Ahora bien, el canal vaginal no distingue espermatozoides de la eyaculación o del líquido pre-seminal. Por esto, se puede producir un embarazo sin que haya eyaculación en el canal vaginal. Incluso, sin que haya eyaculación. El contacto entre genitales por roce, o de mano a genital, con presencia de líquido pre seminal, en tiempo de fertilidad de la mujer, puede producir un embarazo.
Error 4: La mujer es fértil durante todo su ciclo
La mujer tiene una fertilidad cíclica, distinta al varón. El varón tiene una producción continua de espermatozoides. La mujer produce un óvulo maduro de manera cíclica. La fertilidad de la mujer está circunscrita al tiempo próximo de la ovulación. Lejos de la ovulación, no hay posibilidad de embarazo, dado que no hay presencia de un ovulo maduro.
La ovulación no se puede predecir. Es un evento variable, incluso en una misma mujer. La ovulación puede darse temprana, o puede darse de manera tardía. Esta incertidumbre impide que se establezca una herramienta que anticipe la ovulación. La ovulación solamente se puede reconocer, aprendiendo a registrar los signos que el cuerpo manifiesta. Lograr un registro seguro, confiable, y científico respecto de cuándo es que la mujer está ovulando permite establecer con claridad cuándo hay posibilidad de embarazo, y cuándo no lo hay. Esta herramienta exige, tanto a la mujer como al varón que quieran utilizarlo, una educación respecto de sus propios cuerpos.
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