El tema de los hijos nos da para hablar una vida entera. Nosotros veníamos compartiendo sobre noviazgo y matrimonio, y ahora que estamos esperando un bebé y lo anunciamos hace poco, contamos cuál había sido nuestra experiencia sobre la decisión de tenerlo. Si bien es una decisión de cada pareja y que solo depende de los esposos, queremos darles criterios generales para que lo puedan conversar desde novios y, sobre todo, cuando ya sean esposos.
En el rito del matrimonio, el sacerdote pregunta a los esposos: “¿Están dispuestos a recibir de Dios responsable y amorosamente los hijos, y a educarlos según la ley de Cristo y de su Iglesia?”. Y los esposos responden: “Sí, estamos dispuestos”. A veces pareciera como si eso fuera parte del protocolo, y no se reflexiona más allá de eso. Sobre la base de esta pregunta, elaboramos 4 criterios para discernir cuándo tener a los hijos:
1. ¿Estamos involucrando a Dios en esta decisión?
La decisión es de los esposos, pero, ¿estamos seguros que Dios está participando de ella? Finalmente, es Él quien, de acuerdo a su voluntad, da la vida. Muchas veces somos egoístas al no querer hijos, pensando que “mejor más tiempo solos como esposos para viajar” o que “así estamos bien”… Y no involucramos al que tiene la decisión final, sino que solo pensamos en nuestra comodidad. ¿Qué nos quiere decir Dios? Hay que estar con los oídos (y el corazón) bien abiertos para escucharlo siempre.
2. ¿Tenemos los medios para traer a los hijos al mundo de manera responsable?
Sin duda, traer un hijo al mundo es una responsabilidad bastante grande, y se la debe asumir como tal. Por ello, importa que nos preguntemos si contamos con los medios económicos (nadie habla de lujos, pero sí de una estabilidad), si en el ámbito psicológico estamos bien, si contamos con salud, si hay madurez, etcétera. Son factores muy importantes a considerar, y los esposos deben sopesarlos. En caso de que existan razones graves, resulta válido posponer un embarazo hasta que la situación sea estable: es parte de la responsabilidad de los esposos.
3. ¿Estamos siendo generosos?
Si bien el punto 2 es importante, también parte de la pregunta inicial es si estamos dispuestos a recibir de Dios a los hijos de manera amorosa. Hay que considerar los medios, sí, pero también hay que fortalecer nuestra relación como esposos, amarnos cada día más y ejercitarnos en la donación. Así, cuando llegue una nueva vida, los esposos podrán brindarle lo mejor que se le puede dar a un hijo: amor. De allí que los esposos deban desprenderse del egoísmo del que hablábamos en el punto 1 y ser generosos, estando siempre abiertos a la vida y a recibir de Dios los hijos.
4. ¿Estamos convencidos de educar a los hijos bajo las enseñanzas de la Iglesia?
Este punto debe hablarse desde mucho antes de casarse, pero si todavía no se han puesto a pensar en lo que prometieron en el altar, es momento de hacerlo. Educar a los hijos en la fe constituye una responsabilidad de los padres: primero, deben ser ejemplo de cristianos y, segundo, deben formarse en la fe para poder formar, a su vez, a los hijos. Ambos cónyuges deben coincidir y estar dispuestos a vivir más profundamente su fe, y poder darles lo mejor a los hijos que vengan.
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Esperamos que estos 4 criterios les ayuden a reflexionar y a conversar entre ustedes (si es antes de casarse, ¡mucho mejor!). Acuérdense de que es una decisión muy importante, que se debe ir conversando siempre. Por ejemplo: si por el momento han decidido espaciar un embarazo, entonces que no pase un año hasta que se vuelva a tocar el tema. Que siempre se converse sobre él, para discernir adecuadamene y asegurarse de estar escuchando a Dios.
Ya saben que nos pueden encontrar en nuestra cuenta de Instagram como @losquelidos. ¡Un abrazo!
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